"Como en Aisén, en otro momento y con otras motivaciones, las respuestas oficiales son las mismas, mucho discurso, poca solidaridad y mucho correrse por la tangente. Las respuestas de algunos servicios son una vergüenza -Los salmones muertos son orgánicos y no constituyen amenazas para el medio ambiente- pero no dicen que los salmones estaban envenenados o contaminados". Es lo que nos escribe Ricardo Altamirano, junto a las acostumbradas prosas que hablan del tema.
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