Entre los dilemas de la vida, hay dos alternativas: esperar acontecer o, hacer acontecer.
Los bosques nativos en el planeta tierra son vastos territorios de áreas silvestres. A veces protegidos por leyes otras veces al Dios dará como antiguamente.
Es una necesidad que esos ambientes naturales terrestres o acuático sean protegidos por el estado para evitar su desaparición.
Esos bosques representan un recurso natural con potencial importancia económica para la bioeconomía, biotecnología, y para la biodiversidad animal y botánica.
Tales bosques, son verdaderos paraísos de genes y fármacos que precisan ser estudiados para ver sus aplicaciones en la agricultura, salud, en fin, en las diferentes áreas de las ciencias y del comercio.
Entretanto, la necesidad económica de los países, a través del tiempo, abusó un poco en la destrucción del bosque en beneficio de árboles más rentable económicamente.
Así, por ejemplo, ha sido con el café. Extensos bosques naturales fueron substituidos por plantaciones tropicales por esta commodity en Africa y America Latina.
Con el árbol del Caucho y Palma Africana en Brasil, Malasia e Indonesia ocurrió lo mismo.
La Palma africana (Elaeis guineesis), en el siglo pasado, se hizo famosa por su gran cantidad de aceite por hectárea ganando del maní, soja, maíz, etc.
El grande impacto, de los frutos de esta palma, fue la substitución de la grasa animal por el aceite de sus frutos ricos también en Vit A.
Inclusive, su aceite promovía bajos niveles de colesterol en el ser humano y la industria de la alimentación, no dejo pasar esta oportunidad, para aprovechar su uso.
En Chile el bosque nativo, en la Cordillera de Nahuelbuta, históricamente fue derribado, para plantar papas, trigo y talaje para el ganado por los colonos del lugar.
Era una cuestión de sobrevivencia: de vida o muerte.
Mas también, los bancos aserraderos se multiplicaron en Arauco y región de Valdivia.
En Arauco nuestra tierra, por ejemplo, se explotaron de demás los Nothofagus (Roble, Coihue, Hualo) y otros, produciendo maderas y carbón en el siglo pasado.
Visto que, en la época, no había gas de cocina ni casas de concreto y cemento.
Por otro lado, Valdivia fue la gran exportadora de miles de pulgadas cuadrada de Alerce, Fitzroya cupressoides, (para Europa allá, por la mitad del siglo pasado).
Eso, sin contar su uso local imperativo, en la construcción civil, en función de la dureza y resistencia de su madera a la lluvia y nieve de la región.
La creación del Parque Nacional del Alerce Costero en Valdivia, entre la Union y Corral en 1987 fue una consecuencia natural de esta explotación intensiva.
Por eso, en 1976, los alerces ya habían sido declarados monumentos nacionales.
Claro, pero también con la noble intención de garantir que este parque fuese un monumento ambiental,
paisajístico y ecológico, objetivando fines turísticos y científicos.
Es una pena que ambos objetivos apenas se han cumplido “a medias”, centrando más el énfasis en la conservación pura y simple de los alerces.
Y también, en la difusión que, uno de estos alerces es el segundo árbol más longevo de planeta con 3620 años, justo, en estas latitudes frías, lluviosas y de fin de mundo.
Todo lo cual nos deja orgulloso por el hallazgo y por el trabajo científico realizado, pero eso es poco todavía para la región.
Por otro lado, el Parque Nacional Nahuelbuta también se encuentra en la Cordillera de la costa.
Creado en 1939, con el propósito de proteger las araucarias. Y con una extensión de 6800 hectáreas.
Arboles estos centenarios como los Alerces en Valdivia, pero todavía vírgenes en edad definitiva.
Ojalá que algún día, alguna Universidad de la Vlll Región determine la edad de esas Araucarias.
Interesante, que ambas especies longevas son habitantes peculiares de la cordillera de la costa.
Ecorregión esta, con suelos sabidamente irregulares en fertilidad, profundidad y altura entre 1000 1500 m.
Sin embargo, alturas estas, bañadas por la brisa del pacifico sur, que de paso estimula el sotobosque: bacterias, hongos, musgos, líquenes, murtilla, coralitos, michay, quilas etc.
Material este todo, que necesita ser estudiado más técnica y científicamente en la exploración y producción de bioproductos para renovar nuestra base industrial criolla a longo plazo.
Por ejemplo, en el caso del digüeñe, avellanas, maqui, etc. la gente come y come este tipo de alimento, pero no sabe que se está comiendo.
Eso todo, podría conocerse más, aprovechando esa onda modernista de la agricultura regenerativa, orgánica y sintrópica.
Por otro lado, ahora, la explotación del bosque y la agricultura tiene una triple dimensión: económica, ecológica y social.
Objetivando la preservación indefinida de los ecosistemas rurales, pero también, produciendo retorno social y económico.
Las Agro Forestas están dentro de esa onda, donde ganado y arboles conviven armónicamente.
Obviamente, bajos directrices técnicas de buen manejo, para producir madera y carne para el mercado, y, neutralizar la demanda por el aumento poblacional em ambos ítem.
Internacionalmente los eucaliptus han sido los candidatos favoritos en este binomio, crecen rápido, dan buena sombra, y no interfieren con el crecimiento del pasto sean estas leguminosas o gramíneas.
Infelizmente hay sectores, que lo acusan de ser perverso al ambiente, inclusive más, los han incendiado.
Esto, ignorando su difusión cosmopolita, su revolución tecnológica en materia de celulosa, confección de muebles y construcción civil.
Inclusive, evitando la depredación del bosque nativo.
Más, la ley ambiental chilena, contempla penas severas a quien dolosamente o culposamente cause daño al medio ambiente.
Pero, curiosamente en general, no se conocen los culpados de tamaña barbaridad.
Y ahora, el eucalipto reaparece otra vez, en los sistemas de Agro Forestas, con buenos retornos para los agricultores y economías regionales.
En Brasil, por ejemplo, las plantas exóticas dominan el agro: soja, banana, caña de azúcar, café, frutillas, algodón, eucaliptus, pinos, etc.
Y nadie protesta todos celebran, y millones de dólares entran al país por este concepto y la economía agradece por empleos directos e indirectos.
En nuestro país, los bosques nativos predominan en la región patagónica representando el 75 % de nuestras forestas, pero que, en total el bosque nativo suma algo así como 15 millones de hectáreas
Todos bajo la mirada atenta de CONAF visando su conservación, desde 1972 año de su fundación.
Mas, muchos nos preguntamos, porque CONAF no se arriesga un poco más, y crea condiciones para financiar proyectos de investigación junto a Universidades.
Claro, sabemos que CONAF gasta también su presupuesto en el combate a incendios por manos criminales. Arriendo de aviones, mantención de brigadas contra el fuego, camiones tanques, etc.
Pero, la producción de conocimiento es un área estratégica en lo que respecta a sus recursos naturales, en cualquier país civilizado, especialmente, a partir de la Revolución Verde desde el año 1960.
Esa biodiversidad natural, debe pasar de conocimientos rudimentarios y empíricos, para conocimientos más técnicos y científicos de base biológica para reforzar nuestro PIB extractivistamente vergonzoso.
El ejemplo del Taxol, extraído de la cascara de un árbol del bosque nativo de California, es un buen ejemplo del impacto de los bio-productos en la economía y salud.
¿Cuántos tipos de micorrizas, bacteria, hongos, principios activos importante para la agricultura albergaran esos suelos y plantas del bosque nativo?
Por otro lado, precisamos generación de masa crítica de empleos estratégicos, investigadores, en el área de las ciencias para fortalecer nuestra soberanía.
Soberanía esta ya proclamada por O`Higuins en el siglo 19.
Europa nos da un ejemplo,18 millones de empleos están ligados directamente a la bioeconomía.
Interesante el caso de Finlandia, un país de abundantes bosques nativos, donde 16 % del PIB es debido a la bioeconomía.
Sabido es que la investigación y la post graduación es un poderoso antídoto contra la superficialidad y el ideologismo.
Y siendo así, el fortalecimiento de un pensamiento crítico, riguroso y pragmático, ayudará a la creatividad que tanto precisa nuestro país y nuestra biodiversidad.
Por tanto, no hay que esperar acontecer, sino, hacer acontecer. Vamos aportar nuestro grano de arena.
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