El agro nacional en sus cadenas productivas necesita de 3 soportes importantes: un INIA experto y conocedor del mundo rural, un INDAP competente y expedita y, un Gobierno que incentive los agricultores a invertir. Así, se garantizará la competitividad y sustentabilidad en la producción de alimentos tanto nacional como internacional.
Conforme algunos científicos estamos en la era geológica del Antropoceno.
O sea, en una nueva era geológica, donde el hombre ha sido capaz de alterar la fisonomía y los flujos naturales del planeta de forma nunca vista o prevista.
Nuevas ciudades, barrios, carreteras, puentes han nacido, ganando nuevos espacios rurales, para cobijar nuevos aumentos de la población humana o, abrir espacios para aumentar la frontera agrícola.
Por otro lado, nuestra atmosfera, ríos, océanos y desiertos se han convertido en verdaderos depósitos de residuos y polución.
Es el caso dramático de nuestra atmosfera, anualmente recibiendo billones de toneladas gases efecto invernadero, entre ellos CO2 y CO (Anhídrido Carbónico y Monóxido de Carbono).
Por lo tanto, contribuyendo al calentamiento de nuestra atmosfera, visto que, estos gases absorben el calor de los rayos luminosos, no dejándolos escapar hacia el espacio sideral.
A partir de ahí, una cadena de factores comienza a concatenarse: aumento de la temperatura de los océanos, aumento de la evaporación y aumento de la formación de nubes cargadas de agua.
Entonces, el viento se encarga de distribuir por los países, conforme las gradientes de temperatura y presión atmosférica, las lluvias, huracanes o sequias.
Dentro de este contexto, queda claro que la descarbonización de la economía es urgente. Visto las sucesivas inundaciones recientes del planeta.
Pero, este desafío es muy grande por la intensa participación de la industria del petróleo y los motores a combustión en nuestros días, inclusive en la mecanización agrícola.
El petróleo está presente en el transporte, tintas, pinturas, cosméticos, utensilios variados, etc.
Para entender el tamaño del desafío recordemos que en 2019 la humanidad celebró el consumo diario de 100 millones de barriles de petróleo.
Para enfrentar un desafío como este, solo con una revolución tecnológica.
Es claro, que la sustitución del motor a combustión por la batería de litio y el surgimiento de las energías renovables, en una era post-petróleo y futurista, es una bella esperanza.
También, están en el horizonte de esa revolución tecnológica, la biotecnología y la bioeconomía nacidas en muchos laboratorios de Centros de Pesquisas y Universidades mundo afuera.
( Pero no en las Universidades “chantas” tipo San Sebastián).
Claro, esta transición energética demorará un poco, porque costará dinero.
Cálculos internacionales prevén que para acabar con las emisiones de gas carbónico hasta 2050, son necesario absorber aproximadamente 50 billones de toneladas de C02/ano.
Pero eso tiene un alto costo, calculase que para conseguir eso es necesario invertir 50 trillones de dólares, en los próximos 30 años y así, entonces evitar el calentamiento global del planeta por encima de 1,5 C° en 2050.
Este aumento de la temperatura sería fatal para nuestro planeta y la civilización humana, a pesar que, como guarismo es insignificante.
Obviamente, las energías renovables, vehículos eléctricos, inclusive, en la mecanización y biologización de la agricultura e industria, serán importantes aliado de esta meta global.
Noticias internacionales alertan que países europeos ya manejan fondos para enfrentar esta estrategia de biologización de la economía.
Es decir, producir conocimiento en el área de la biotecnología y bioeconomía, para sustituir insumos derivados del petróleo.
Los pinos y eucaliptos, tan odiados por algunos, por ejemplo, producen grandes cantidades de resinas y esencias que podrían aprovecharse para producir nuevos plástico, barnices y acrílicos, sustituyendo el petróleo.
Este caso sería un buen ejemplo de bioeconomía.
Es decir, un sistema económico que utiliza de forma sustentable, recursos biológicos, pero con base innovativa y substitutiva.
Entonces, la bioeconomía aparece como puente entre la biología y la economía.
Expliquemos mejor esto de bioeconomía.
Tomemos por ejemplo cualquier cultivo, con su tradicional tecnología agrícola de producirlos, inclusive con aplicación de agrotóxicos cuando producidos en grande escala (100, 500, o más hectáreas) ejemplo: papas, porotos lechugas, repollos etc.
Claro, es un ejemplo de uso de la biología (agronomía) en la producción de estos importantes alimentos.
Pero, no son ejemplo de bioeconomía porque estos insumos, son producidos vía tecnología tradicional en el campo, no usando tecnologías innovativas o de punta.
Ahora, si por la vía de la biotecnología, transformación genética, estos alimentos en el campo adquirieren la característica de ser resistente a virus, hongos o bacterias, estamos frente a un escenario bioeconómico.
Por otro lado, pesquisar nuevas variedades de Rhizobium (Bacterias fijadoras de nitrógeno) que se alojen en las raíces de porotos, lentejas o alfalfa, para fijar más nitrógeno atmosférico es un importante objetivo.
Y conforme esto, aumentando la productividad del agricultor y al mismo tiempo, dando mayor valor agregado al producto, o sea, aumentando la eficiencia y disminuyendo costos.
Todas metas anheladas por el sector agrícola, cooperativas y bioeconomía.
Es bueno alertar que, en los países del primer mundo, la bioeconomía mueve millones de euros y ha creado millones de empleos.
Finlandia, ya informó que 16 % de su PIB proviene de la bioeconomía ligada a forestas.
Todo eso, pretendiendo sustituir derivados del petróleo vía bioeconomía, a través de: agricultura, alimentos, bebidas, celulosa, farmacéutica etc.
Esto es un buen ejemplo para Chile, para hacer más por la ciencia y la investigación y generación de nuevas tecnologías inclusive, para nuevos escenarios futuros.
Por eso, es bueno alertar a la ciudadanía sobre estas tendencias mundiales, para cobrar más de sus gobernantes, tanto a nivel regional como a nivel nacional.
El problema es que el debate nacional está monopolizado por la politiquería, futbol, y nimiedades de la TV.
Y la política, por desgracia, luciendo matices de polarización y corrupción, frente a una opinión pública cada vez más atónita y demandando por mejores niveles de vida.
Así, restringiéndose el espacio para el diálogo y consensos fundamentales, para el avance democrático, progresista y justo de nuestro país.
Todo lo cual, es lamentable, porque Chile, todavía está en la frontera de la innovación y el desafío económico, esperando por una agropecuaria movida por más conocimientos científicos criollos, en este rincón del planeta.
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