Si Chile quiere entrar con el pie derecho en el siglo 21, deberá adoptar un nuevo paradigma de desarrollo socio económico, por tanto, nuevas inversiones deberán ser hechas en investigación científica, objetivando atender mejor las necesidades de los ciudadanos, preservación del medio ambiente y fortalecimiento de nuestra democracia. Inclusive, no sería mala idea declarar una semana en el año: Semana Nacional de la Ciencia y la Tecnología, para debatir y estimular actividades pertinentes en escuelas y universidades.
Ya las naciones más modernas asumieron la conciencia de que el progreso técnico contemporáneo, es totalmente dependiente del conocimiento científico, substituyendo el conocimiento empírico de producción de materia primas por sistemas más modernos y automatizados.
Por eso, la comunidad nacional o ciudadanía, que en ultimo termino es la que financia los gastos del gobierno, debe estas atenta para que este no gaste ese dineriño a su “bel placer electoral”, si no conforme las necesidades estratégicas del país.
Siendo así, la ciudadanía, no puede permanecer desconectada en relación a este importante tópico en la vida de un país: la ciencia y la investigación, para el aumento de la productividad de la mano de obra, bienes y servicios producidos en el país.
Este año, leí en la prensa nacional, la declaración de un médico que denunciaba la muerte de 23 mil chilenos por falta de médicos especializados, en los hospitales de las diferentes regiones y provincias del país.
Él no estaba denunciado la falta de camas o remedios, que es otra historia triste en el asunto en los hospitales públicos, sino en la falta de mano de obra especializada, por tanto, de productividad profesional.
Es necesario reivindicar tanto la productividad como la cultura de la innovación en un país en que “el más o menos” es la regla de oro.
Ese ciclo, de vivir parasitando pura y simplemente, nuestras riquezas naturales, como cobre, litio, mariscos y otras “commodities” sin valor agregado debe cerrarse.
No resuelve los problemas graves de nuestra economía porque desprecia la innovación y creatividad en el país.
Este ciclo nos ha transformado en lo que los países del primer mundo y la “troop”, de sociólogos y economistas de la CEPAL han llamado “países del tercer mundo”, ahora llamados más elegantemente de “países emergentes” que carecen de investigación, innovación y productividad.
Estos países “emergentes” conforme Jorge Edwards en su libro “La Otra Casa”, son una tropa de inútiles, porque no hemos aportado nada cultural o tecnológicamente importante al resto del mundo.
Por otro lado, Paulo Neruda, dice irónicamente, en sus memorias, que la única tecnología que producen los chilenos está en Pomaire, en los cantaritos de creda.
Ya el escritor mozanbicano “Tia Couto” dice que los países emergentes crean ricos pero no riqueza!!
De hecho, en la Revista Forbes han aparecido varios millonarios chilenos de estatura mundial.
Para peor, la poca ciencia en Chile está concentrada en Santiago, ósea, en aproximadamente 25 % de la población de país.
Y en la región del Bio Bio y Araucanía, nuestros vecinos, ¿cuanta ciencia es hecha?, cuantos doctores forma al año, cuantas publicaciones científicas, en revistas internacionales, circulan por el mundo, cuantos estudiantes leen correctamente el inglés, el idioma de la innovación y la tecnología.
¿De qué manera nuestras comunidades rural y urbana, se han beneficiado de esos conocimientos, cual es el impacto de esa educación?
La agricultura es un área donde hay mucho potencial que explorar todavía, si el estado fuera un buen gestor.
Ahí entonces, llegamos a un punto interesante el desequilibrio regional de la ciencia y investigación científica, entonces, un llamado importante para el Sr Boric.
Es preciso reforzar la capacidad de producción de ciencia y tecnología de modo equilibrado en todas las regiones del país.
La creación de agencias regionales de desarrollo científico y tecnológico precisarían contar con participación de la comunidad académica, autoridades locales y de empresas regionales con una combinación de recursos nacionales y regionales.
Poseer líneas estratégicas que lleven en cuanta intereses y oportunidades locales. Una agencia del Bio Bio, tendría que ser diferente de otra del norte o sur del país en cuanto a prioridades.
Los desafíos del sistema nacional de ciencia, tecnología e innovación (CT&I) precisan ser enfrentados de forma descentralizada. Está bueno ya de tanto centralismo Santiaguino.
Me recuerdo bien que el exdiputado Esteban Valenzuela, hoy Ministro de Agricultura, era uno de los defensores de la descentralización administrativa del país algunos años atrás, no sé si eso incluía el sistema de Ciencia Tecnología & Investigación.
En la descentralización, por resonancia, la CT &I llegará a los colegios y los jóvenes podrán interesarse más por la investigación y la innovación y no pensar que apenas la política partidaria cambia el mundo ( o lo empeora).
En el sistema actual, es el estado quien financia la investigación, siendo el Ministro de Hacienda el hombre todo poderoso, que tiene las llave del cofre.
Siendo así, sino no existir un ministro de Ciencia y Tecnología poderoso y de prestigio, bien como, una ciudadanía atenta, los presupuestos para la investigación serán menguados.
Por otro lado en Chile, el estado dedica 0,3% del PIB nacional 0,3 % ¿qué es eso? Nada!!. Considerando el tamaño de Chile, un país de 750 mil Km2.
Suiza un país 18 veces más pequeño que Chile tiene cerca de 30 Premios Nobeles y en su mayoría del área científica.
¿Donde está la diferencia? En la valorización de la cultura científica, la innovación y productividad. Si no me engaño en Suiza está, el salario mínimo más alto del planeta.
Ellos producen la leche, relojes, chocolates, cortaplumas, medicamentos, más famosos en el mundo todo.
Es obvio que un PIB de 0,3%, para financiar proyectos, en las diferentes áreas del conocimiento, cuotas de becas para la post graduación, compra de instrumentos de última generación, mejoramiento de infraestructura laboratorial de Arica a Magallanes, ¡!no da el ancho!
Es claro que ese PIB resultara más insuficiente todavía si consideramos una mala administración de las universidades. Ese es un punto estratégico.
Últimamente, se supo del escándalo de la Un. fiscal de Aysén, que cerró 2023 a con un tremendo déficit financiero. Razón, conforme la prensa, mala administración de su Rectoría.
Interesante que, en los países del primer mundo, países lideres en ciencia y tecnología, la investigación es predominante del sector empresarial, en el campo de los remedios, fertilizantes, defensivos agrícolas, telecomunicaciones.
Bill Gate, Steve Job y la McDonald en USA, no fueron patrocinados por el estado, pero el estado les ofreció un marco institucional jurídicamente adecuado y una economía prospera.
Pero aquí un detalle, para que la empresa privada financie pesquisa o haga inversiones en el país, necesita varios requisitos: estabilidad política, económica, jurídica y universidades serias.
Estas últimas de prestigio, en que los alumnos puedan rodearse de profesores y mentores de talentos, no simplemente “opinólogos”, para progresar en sus estudios.
El desorden, la corrupción, el caos, el voluntarismo, la polarización ideológica, la fragmentación política, no crean un ambiente adecuado ni la para la investigación ni para los negocios.
Tampoco para los gobiernos, que recogen menos impuestos y se verán obligado a aumentar el gasto fiscal, sin lastro en el Banco Central y eso se llama inflación.
Por lo tanto, la capacidad productiva se retrae, la rueda de la economía no gira, no se crean puesto de trabajo, y esto agrava más la pobreza y la desigualdad social, siendo así nuestro PIB, continuará una vergüenza oscilando entre 1 y 2% año tras año.
En consecuencia, la ciencia y la investigación en Chile continuaran siendo una deuda histórica a más, desperdiciando inteligencias de jóvenes chilenos.
Por eso, hagamos un acuerdo nacional: mantengamos nos juntos, aprehendamos y trabajemos unidos, para construir una patria más prospera y justa, para las próximas generaciones.
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