Siguen los ecos de nuestra lamentable eliminación del próximo mundial de fútbol y vino lo impensado, el quiebre del camarín por culpa de esposas y suegras, mientras el entrenador pasa piola, cuando esto también es su responsabilidad, sino no es un buen estratega, debió ser un buen manejador del grupo. Ricardo Altamirano, un buen futbolista en su juventud, profesor de educación física y ahora escritor y poeta, nos escribe del tema como solo él lo sabe hacer.
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