Muchos dirán que no es bueno ni sano discriminar a las personas en una sociedad inserta en un régimen político demócrata y liberal, lo que me parece muy relativo y cuestionable, desde un punto de vista concordante con la realidad de nuestra idiosincrasia. Las malas prácticas, los abusos, la violencia desatada y el deterioro de la decencia, son flagelos que no tienen nada que ver con las libertades fundamentales de las personas, dentro de una sociedad civilizada.
Después de los últimos hechos y acontecimientos que han ocurrido y sumados a otros que han venido ocurriendo desde hace años, me cuesta entender cómo no se resignan a asumir que Chile atraviesa por la peor crisis de seguridad de su historia y que los efectos colaterales salpican a todas las actividades de carácter masivo, especialmente al futbol, pasión de multitudes y con alta repercusión, espectáculo identificado con las masas populares, donde lamentablemente se encuentra el principal segmento de la delincuencia, fragmentada entre las barras bravas de los clubes mas importantes del país.
Sorprende que todavía existan voces de connotación transversal, sugiriendo soluciones, las mismas que se han escuchado desde hace casi viente años, molesta también saber que los diagnósticos que han hecho los gobiernos de turno coincidan en su globalidad, pero que nadie encuentre la solución, aplicando sólo herramientas ineficaces, que solo sirven de bizantinismo y logomaquia. No puede ser que por culpa de un grupo de inadaptados, antisociales, vándalos, etc. el futbol tenga que resignarse a depender de ellos para programar, planificar y organizar las competencias y los partidos del futbol profesional, ya está bueno que las autoridades pertinentes asuman su rol que les corresponde, basta de consideraciones para quienes no se lo merecen.
Da rabia y hasta pena que el hincha correcto, tranquilo, respetuoso, educado, tenga que pagar las consecuencias de los actos de estos delincuentes, mal llamados hinchas, los cuales tiene el futbol secuestrado, pero es preciso reconocer que esta anomia también es responsabilidad de los organismos competentes, la ANFP y los clubes no han sido capaces de enfrentarlos con eficacia y determinación, las soluciones de parche no sirven, se deben aplicar sistemas de acuerdo a las circunstancias y con mas prolijidad, tampoco es bueno meter a todos en el mismo saco. Injusto es que la violencia de algunos partidos, sean el chivo expiatorio para aplicar las medidas en contra de toda la actividad, no corresponde que paguen justos por pecadores. Tampoco es sano que de parte de las autoridades del estado, se busquen excusas con argumentos frágiles y fuera de lugar, decir que la suspensión de un partido de futbol se debe a la escasez de contingente policial es ridículo e irrisorio, porque si así fuera , dejemos que Carabineros solo participe cuando las autoridades de turno lo decidan , Aquí Si, Aquí No .
Es triste aceptar esta realidad, de continuar así las cosas, va a llegar el momento en que no se va a poder jugar futbol profesional en Chile, los cambios de horario, de recinto, limites de aforo y suspensiones, están poniéndole la lapida y para quienes amamos con pasión este deporte, sería un golpe duro, difícil de aceptar. El futbol no escapa a la cruda situación que vive el país en materia de seguridad pública y mientras no se aborde este problema de manera definitiva y con mano dura, no será fácil recuperarlo de las manos de los delincuentes, los cuales se están tomando el país sin las respuestas que la gente necesita.
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