Una historia de infancia llena de recuerdos, compañía y amor fraternal es lo que entrega el siguiente relato de Francisco Flores, quien dice no saber porque la escribe y quizás nosotros no sepamos porque la leemos, pero seguro que después de hacerlo, la asociaremos a más de algún recuerdo nuestro.
Este es un relato verídico que nunca jamás dije a nadie de mi familia; nadie lo sabía ...hasta ahora.
Tampoco sé cuál es la razón por la que he querido contarlo, y aunque el relato es breve los hechos abarcan un período de alrededor 10 años.
Seguramente debe ser una conversación que tuve con algunas personas hace un tiempo acerca de la existencia de vida mas allá de la muerte. Acontecimiento de lo que soy un creyente acérrimo y además creo que la situación de cada uno de nosotros en los ignotos dominios del Mas Allá está condicionada a nuestra conducta en esta vida.
Bueno, la historia es la siguiente; mis padres tuvieron 3 hijos varones seguidos, Luis Ernesto mi hermano mayor, José Francisco y Humberto Domingo que nació cuando yo había cumplido 3 años, es decir el 30 de septiembre de 1960.
Recuerdo claramente las facciones de su cara, era moreno, gruesecito, gordito diría yo.
Era mi amigo con quién jugaba porque Luis Ernesto debido al accidente en 1961 que casi le cuesta una de sus extremidades inferiores ya se había marchado a la casa de mi abuelita Hortensia Arriagada Torres para mejores cuidados; así que quedamos solos.
Recuerdo que en mi casa existía el marco de un radiador de camión y el esqueleto, es decir un chasis de coche de guagua que no sé de donde provenían.
Yo, como hermano mayor, ubicada en los ejes del chasis una tabla, mi hermano se sentaba allí y enseguida colocaba alrededor de su cuerpo el marco de radiador y listo, teníamos auto... enseguida lo llevaba corriendo por el patio con mucho cuidado para no lastimar sus pies.
También recuerdo que en una oportunidad mi mamá tenía que ir a comprar a Cañete así que nos dejó solos en casa, me hizo mil recomendaciones acerca del cuidado de mi hermanito.
Recuerdo que vi salir a mi mamá y también la vi llegar, pero del tiempo que ocupó en ir a comprar y regresar no tengo ninguna noción. Lo que recuerdo que lo pasamos super bien con Humbertito paseando en "auto".
Durante los días del mes de enero enfermó de sarampión sin ninguna posiblidad de supervivencia y el día 02 de febrero de 1962 falleció, y todavía recuerdo a mi madre llorando desconsolada en la casa de mi abuelita Hortensia donde se llevó a cabo el velorio.
Lo sepultamos en el Cementerio de Cañete y...
...una tarde que dormí una siesta escuché unos gritos , (en mi sueño desperté) y era mi hermano Humbertito; que venía bajando la colina existente al oriente de la parcela, levantaba su mano derecha en señal de saludo. Salí corriendo a esperarlo y comenzamos a correr; de pronto quedé mirándolo fijamente pues yo sabía que había fallecido; él se rió y me dijo claramente "no te preocupes por mi; yo estoy bien, juguemos" así que dentro de mi sueño jugamos mucho y como a las 2 horas se despidió y se marchó.
Se marchó por la misma colina al oriente por donde había llegado, y en el lugar donde el pasto verde se confunde con el cielo mi hermano desapareció.
Al despertar yo tenía nítida su imagen, su risa retumbaba en mis oídos, sus juegos, sus travesuras y su ingenio; porque era muy ingenioso para inventar juegos. Todo estaba clarito en mis sentidos.
No le dije a nadie de esto.
Y desde entonces transcurrido cierta cantidad de tiempo; tal vez algunos meses, cuando me dormía él llegaba, bajaba por la misma colina desde el oriente y siempre decía lo mismo "no te preocupes por mí, yo estoy bien; muy bien, he venido a jugar".
Esta rutina se repitió por años, muchos años y el seguía siendo el mismo niño que yo conocía. Yo crecía pero él no lo hacía.
Mi hermano dejó de venir cuando yo tenía alrededor de 15 años, nunca supe la razón por la cual ya no vino más; solo me dijo "cuida a mi mamá" se marchó colina arriba y nunca más regresó.
Tal vez dejé la inocencia, tal vez crecí demasiado; no lo sé.
Pero siempre he sentido que él está bien, muy bien, en un lugar mejor que esta vida a veces sin sentido, otras sin rumbo, llena de desesperanzas , pena y dolores. Toda la vida lo he sentido cerca de mí.
Honestamente no sé por qué he escrito esto, pero desde el fondo de mi alma quise hacerlo para recordar a mi hermano Humberto Domingo Flores Olave que estuvo con nosotros solamente 1 año y 5 meses..
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