A consecuencia del terremoto de mayo de 1960 mis abuelos paternos José Francisco Flores Neira y Hortensia del Carmen Arriagada Torres se mudaron de emergencia a una casa de un Señor Martínez en la calle Luis Cruz Martínez , frente al Cementerio Municipal , al lado de donde vivía don Armando Muñoz legendario materialero de Cañete.
Recuerdo muy lejanamente haberlos visitado allí de la mano de mi mamá.
Luego de aquello mi abuelito Pancho (como yo le decía) tramitó su traslado a la naciente Población Nueva Santa Clara en la entrada norte de la ciudad.
No sé cual sería la situación de las demás personas pero estas casas derechamente eran de emergencia según he podido apreciar con la “mejor vista” que dan los años.
Vivían allí 6 familias en tres pabellones pareados , siendo el primero de ellos habitado por la Familia Martínez-Ramírez y Flores-Arriagada ; luego en el sector nor-poniente estaba el segundo habitado por la familia Sandoval y la familia Vidal; luego el del nor-oriente era habitado por las familias Leal y Villarroel. Constaban estas casas con tres piezas como de 4x 3 metros y una pequeña que servía como cocina.
Hacia el poniente existía una loma que con el tiempo sirvió como cancha de fútbol para una gran cantidad de jóvenes que me es imposible recordar de nombre y físicamente ahora. Hacia el oriente existía una gran extensión de terreno que generalmente lo veía sembrado de trigo, el que oleaba cual gran océano verde primero, luego amarillo y finalmente blanco al madurar el trigo. Mi abuelita Hortensia siempre lo mencionaba como de los Silva o los Hermosilla. Luego allí se instaló la Empresa Constructora Ignacio Hurtado para la construcción de la Ruta Longitudinal, quedando como recuerdo de esto para Cañete la avenida mencionada y la población que lleva este nombre y que fue originalmente armada para los trabajadores de la empresa.
Decía que al poniente de la población había una loma que se usó como cancha de fútbol por mi primo Carlos Flores (Charles) y una gran cantidad de amigos que tenía. Recuerdo de ellos a “Betote” que me gustaba ver cuando hacía una chilenita y posterior gol.
El año ´65 cuando tenía 8 años aprendí de mi papá a “charranguear” la guitarra así que mi primo Charles y su grupo de amigos no encontraron nada mejor que formar una barra (ahora le llaman “fans-club”), luego que ensayara unas canciones y llevarme a un show-festival que se estaba realizando en Radio Tucapel que funcionaba en el segundo piso del Club Deportivo Juvenil.
Como una semana estuvimos en estos ensayos donde me hacían subir a unos troncos que había allí para imaginar un escenario, colocaban un tarro en la punta de un palo a modo de micrófono y todo el grupo se sentaba sobre el pasto de la cancha y aplaudían.
Luego mi papá y mi primo Charles fueron a inscribirme como participante de este show. Como la Radio Tucapel funcionaba en “Onda Corta” no sé por qué motivos; mi papá trajo desde la casa de mi tía María Inés Flores de Abarzúa un receptor que contaba con esta frecuencia para que pudiera escuchar mi abuelita.
En este show vi y escuché por primera vez guitarras eléctricas que tocaban los hermanos Rodríguez con Carlos Jara en la batería y Wellington Morales como vocalista.
Llegado el momento el animador del show Miguelito González me anuncia y los miembros de mi barra gritan como condenados, canté mi primera canción “Flores para mi madre” luego la segunda que no recuerdo; mi barra pedía otra gritando como locos, entonces saco mi cartita bajo la manga y canto un corrido que me había enseñado mi papá para la ocasión, “El caballo de mi agüelo”, un corrido que hace poco me enteré que es de la autoría de Eleodoro Campos y nunca he escuchado en disco; me parece que Los Hermanos Bustos lo tienen grabado. Lo picaresco de la letra causó sensación en el público en general y me aplaudieron todos de pie.
El sábado siguiente llevé 3 canciones más pero fui sorprendido por Miguelito González quién anuncia mi éxito de la semana anterior y la locura fue la misma. De paso me gané como apodo el nombre de la canción que perduró en la memoria de muchas personas y amigos como 6 años. No fui a una tercera actuación.
Un compañero de curso le llevó la novedad al Señor Maureria mi profesor de 2do básico quién me ponía un 7 en el ramo de Música y Canto.
Debido a un accidente que tuvo mi hermano mayor Luis en las faenas de reconstrucción de la Escuela de Niñas Nº 2 Arturo Prat Chacón, por la cercanía con el hospital y la mayor comodidad que tendría allí , se queda por un tiempo en la casa de mis abuelos.
Desde ese momento hice de este mi segundo hogar pues contaba con el cariño de mis abuelos, mi tío Mingo y estaba mi hermano con quién iba yo a jugar, así que diariamente dirigía mis pasos hacia allí ya fuera en la mañana bien temprano, al mediodía o por la tarde. Como fuera, en algún momento se abría la puerta de la cocina, generalmente a la hora de comer, y entraba yo.
Caminando hacia el centro de Cañete lo primero que me encontraba era con la casa de una familia Alarcón con su Patriarca Don Guillermo mas conocido como Don Melón, y cuya hija Raquel se casó con Luis Castillo, quienes tuvieron cuatro hijos; dos varones y dos mujeres.
Tras ellos, en dirección hacia un terreno que manejaban los Silva, vivían los Cisterna más conocidos como “Los Tiuques” y que eran parientes de Don Rigoberto Cisterna, actualmente el hijo mayor es carabinero retirado y una hija (Olga) se casó con el mayor de los jóvenes Antinao.
Al frente de Don Melón había un manzano.
Al final, lado de la casa de la familia Vidal, había un largo cerco que separaba el terreno de Anguita y donde vivía una señora que creo se llamaba Lastenia que tenía una hija que íbamos a molestar, según mi hermano.
En esas cercanías (la cancha) tratamos largo tiempo con mi hermano Luis, de atrapar una golondrina y una vez cazamos un pájaro al que procedimos a operar y desinfectar con agua de poleo.
Luego en la esquina nor-poniente estaba una gran casona que era de Don Próspero Martínez quién trabajaba en el hospital con Don Juanito Rebolledo en Estadísticas. Hoy se llama SOME.
Por la esquina nor-oriente estaba el bebedero municipal ya que existía uno en cada puerta de entrada a Cañete.
Luego por la esquina sur-oriente estaba la casa de una familia Moscoso o Velozo en donde un joven practicaba algún tipo de gimnasia porque parecía levantador de pesas o algo así.
Por la esquina sur- poniente la casa de la familia Silva-Hermosilla o Hermosilla-Silva la verdad que nunca supe cuál de las dos formas era la correcta.
Siguiendo por la calle Mariqueo hacia el sur había una familia Huenchullán; con el tiempo al lado de ellos llegó a vivir la familia Cardoza, mi hermano era compañero de curso de René y yo de Rodolfo.
En la esquina nor-oriente de Mariqueo con Uribe vivía Don Bolívar Alarcón que fabricaba y reparaba somieres y su esposa atendía un almacén.
En la esquina nor-poniente por algún tiempo arrendó y vivía allí mi tía Uberlinda Flores que tenía un puesto de frutas en el Mercado Municipal.
En la esquina sur-poniente había una cantina o restaurante (no sé como llamarlo) de un Señor Vidal (me parece que se llamaba Juan) y que tenía un apodo acorde a su gran estatura “Patas Largas”. Este caballero era hermano de Don Alejandro (Alejo) Vidal “Patas Cortas”
En la esquina sur-oriente había un restaurante conocido como “Las Moras” (creo que era el apellido de las dueñas) allí me instalaba afuera tardes enteras a escuchar la música que ponían en un tocadiscos, generalmente mexicana.
Siguiendo por calle Mariqueo hacia el sur a media cuadra estaba estaba la Peluquería Vidal donde mi hermano iba a veces a cortarse el pelo. A mí me lo cortaba mi papá.
En la esquina nor-poniente de la calle Riquelme con Mariqueo estaba la casa de Don Mincho Saravia que tenía un taller de herrería y la novedad era el enorme fuelle con que soplaba el carbón para dar temple y forma a los fierros
Por calle Mariqueo, entre la calle Esmeralda y Riquelme vivía un señor que era carpintero, no estoy seguro si su apellido era Araneda, pero tenía un hijo que se llamaba Alan.
Colindante a esta familia en una construcción de dos plantas , toda de madera y pintada de amarillo con una entrada para vehículos estaba el taller de Don José González que era algo así como maestro soldador; no sé si desabollaba vehículos también pero arreglaba herramientas campesinas como rastras y arados. Nunca he olvidado que le llevé a soldar un triciclo para niño y jamás lo hizo, al final se perdió a pesar que yo pasaba diariamente a ver como iba “el trabajo” y siempre me echó por el desvío. Al lado de este domicilio hacia el norte vivía una familia Alveal
Por calle Uribe hacia el poniente en la vereda sur estaba la casa y taller mecánico de un Señor Tito Sáez que era amigo de mi papá y pensaba mandarme allí para que aprendiera mecánica, por la vereda norte vivía “Betote” gran amigo de mi primo Charles; también vivía allí Julián un conocido muchacho del sector que nunca supe que hacía pero lo veía diariamente cuando transitaba por allí.
En la esquina sur-oriente de Mariñán con Uribe estaba la Bodega de Vinos de Don Adolfo Durán, a un costado suyo había un almacén de una señora viuda que no recuerdo en estos momentos su nombre.
En la esquina sur-poniente estaba la casa del sastre George Zenglein Herrmann, “diplomado en Buenos Aires” como decía una gran placa colocada en su frontis. Por el año ´70 en séptimo año básico fui compañero de curso de su hijo George.
A mitad de cuadra entre las calles Uribe y Tucapel se instaló por los años ´70 el Restaurante “Mi Compadre” de don Juan Vidal. A principios del año ´73 y mientras aprendía a radiocontrolar en Radio Millaray Juanito Gutiérrez me invitó una noche allí y don Juan Vidal le prestó a Juanito un Long-Play de Carlos Gardel acompañado de la Orquesta Típica de Alfredo de Angelis con un espectacular trabajo que hicieron los técnicos argentinos con la tecnología de la época.
Hace un tiempo salí a buscar en Santiago la edición de este disco en formato CD y no pude hallarla, sólo lo encontré en…casette; la que porsupuesto formateé y grabé en CD como yo la quería.
En la calle Tucapel frente a calle Mariñán por la vereda norte vivía un gran amigo de mi papá Farolito Araneda, un gran lector y coleccionista de novelas de aventuras del oeste y policiales. Muchas de las cuales prestaba a mi papá y leíamos en largas noches de invierno a la luz de un “chonchón” a parafina.
Por la vereda sur y frente a la Copa de Agua vivía don Manuel Sierra (Don Manolo) y su esposa la señora “Agustina”. Don Manolo trabajaba en la mueblería de Don Santiago Zúñiga en la esquina de Uribe con 2do de Línea, también en esa esquina funcionaba una sucursal de Panadería La Estrella.
En la esquina nor-oriente de calle Uribe con 2do de Línea estaba la casa habitación de don Enrique Pincheira que tenía una botillería y un almacén de abarrotes.
En la calle Mariñán al llegar a Riquelme vivía mi compañero de curso Hugo Moreno Padilla y en la esquina nor-oriente de Mariñán con Riquelme vivió varios años mi tía Olga Flores Arriagada, mi tío Reynaldo Sanhueza tenía allí un taller de mueblería, y por los años 71--72 se fueron a vivir a Santiago.
En la esquina sur-oriente de calle Riquelme con Mariñán estaba un inmenso sitio con pesebreras y corrales en donde la Sra. Hortensia Gallardo, dueña de la parcela donde yo vivía; tenía muchos terneros, novillos y vacas, además de caballos que mas de alguno era montado por mi papá.
A mitad de cuadra, entre Mariñán y 2do Línea mi profesor Valentín Rocha construyó su casa y en la esquina sur-poniente de Riquelme con 2do de Línea estaba la Reparadora de Calzado “Alarcón”, en la esquina nor-poniente del mismo lugar el almacén donde uno podía encontrar todo cuanto objeto se pudiera imaginar atendido por su propio dueño, Don Enrique Krause.
Hacia el sur por 2do de Línea a mitad de cuadra estaba la Peluquería Vera conocido como “Potoco”, por el frente vivía un legendario taxista que tenía unos enormes dientes y que los alumnos del Liceo molestaban mucho por el apodo de “Coipo”. No recuerdo su nombre.
Por calle Esmeralda exactamente frente al domicilio de Don Raúl Durán vivía Don Moisés Jana, y en la esquina sur-oriente de 2do de Línea con Esmeralda estaba una gran casona que se conocía como “El Correo Viejo” habitada por la familia Ramírez, familia de la cual Espercy era uno de mis compañero de curso en la Escuela Nº1.
Los jóvenes Ramírez, me parece que eran tres, crearon una gran empresa de arriendo de bicicletas por hora en tiempos en que este medio de movilización era escaso en Cañete. Como se diría comúnmente “la cortaban a cincel” porque la clientela hacía fila esperando que le llegara su turno. En una habitación que estaba al sur de la casa por calle 2do de Línea ensayaba El Orfeón de Cañete.
En la esquina sur-poniente de calle Esmeralda con 2do de Línea había una casa que tenía un local comercial exactamente en la esquina, pero nunca prosperaba el negocio que se instalaba allí.
Por la esquina nor-poniente había una gran casona de dos pisos con muchas habitaciones que llegaría a ocupar la Familia Saavedra-Möller con una hospedería y un Restaurante llamado “El Ronce”
Por la vereda sur hacia el poniente de calle Esmeralda vivía y tenía su consulta el Doctor Vigueras, con una casa por medio me parece, estaba el restaurante de la señora Dora Montoya. Allí por primera vez y curiosidad quise beber una cachantún; la misma que no me gustó y arrojé al lavamanos.
Por la vereda del frente vivía Don Juan Bautista Vergara y enseguida, en la esquina nor-oriente de Esmeralda con calle Villagrán el Club Deportivo “La Alianza”, allí fue donde aprendí a jugar pool y billar con mi hermano Luis y también se podía tocar un piano desafinado que estaba en un rincón del salón.
Enfrente de este club deportivo vivía Don Aquiles Fuentes, legendario profesor de la Escuela Nº1 que me enseñó a recitar el poema épico de Víctor Domingo Silva “Al Pie De La Bandera” cuando cursaba 8vo año, en 1971.
Es indudable que muchas cosas, nombres , lugares y hechos se confunden o bien se han perdido en la oscuridad del tiempo, pero lo que narro lo hago con aprecio, amor, y un sentimiento enorme de que algunas cosas pudieron ser mejor, pero no por eso se ha perdido la ilusión y el deseo que la juventud actual viva sus propias experiencias a la luz de los recuerdos y consejos de los viejos para que esta vida; que es muy corta, se nos haga mas llevadera y al final de nuestros días podamos mirar atrás y saber que valió la pena vivir.