Nueva columna de Rolando Matus, otra vez centrada en la ciudad de Arauco ahora con una publicación de el Diario El Sur de Concepción en enero de 1954 que trancribe acá.
Como ya indicamos en sus columnas anteriores, desde hace unas semanas Rolando nos está colaborando con esta importante recopilación de prensa de un pasado de 80 años y que ha estado recopilando de Diarios que permanecen en la Hermoteca de la Universidad de Concepción
Publicación Diario El Sur enero 1954
DOS LEYENDAS. CONSERVADAS A TRAVÉS DEL TIEMPO, PUEBLAN LA HISTORIA DE ARAUCO Eco guerrero tuvieron en ese pueblo las luchas de la Independencia Arauco. antiguo fuerte español situado al pie de una hermosa y fértil colina. a la desembocadura del río Carampangue, ocupa el sitio actual desde el Año 1596, año en que fué trasladado del lugar de su primera fundación, situado algunos kilómetros hacia el interior, por el Gobernador don Martín Oñez de Loyola. Del fuerte de la primera fundación no queda ningún vestigio y es hoy campo raso, aunque se conserva con el nombre de Arauco Viejo. Fué fundado allí en, 1553 por don Pedro de Valdivia, destruido en seguida por los araucanos, y vuelto a fundar en 1591 con el nombre de San Idelfonso, por el Gobernador don Alonso de Sotomayor. Una nueva destrucción, provocada por los indígenas, motivó en 1596, su traslado al lugar que actualmente ocupa el pueblo, que lleve su nombre; lugar, sin duda, más estratégico, por su proximidad el mar, defendido por un río y resguardado por un cerro. Las luchas de le independencia tuvieron también un eco guerrero en este pueblo. Durante la conquista se lidió en él constantemente, y la guerra de le emancipación hizo también participar a su suelo en la gloria de tan ruda contienda. El intrépido general Freire, con su caballería vadeó el río Carampangue y batió en el pueblo de Arauco. a algunas guerrillas realistas. Benavides, el incorregible guerrillero, encontró su último asilo en Arauco y salió de él sólo para caer en manos de sus perseguidores. RUINAS Y RECUERDOS SE DESTACAN EN EL PUEBLO, QUE CONMEMORA 400 AÑOS Existe todavía al pie del cerro Colo-Colo, abierta en le tosca, una cueva, de las dimensiones de un amplio salón, sin. duda, hecha en épocas anteriores, que lleve el nombre de cueva de Benavides. Esto es todo lo que resta de le época de la conquista y de la independencia. Del recinto que circundaba al antiguo fuerte no queda rastro alguno, y sólo la tradición oral designa el lugar que debió ocupar el muro de defensa. De Ios antiguos edificios no queda ninguno en pie y algunas piedras talladas, encontradas sueltas, entre ellas un escudo, son apenas un vago vestigio del desarrollo que pudo alcanzar aquella población en las épocas a que nos referíamos. Se han encontrado algunos antiguos cañones que adornan una de las plazas de le ciudad. TRADICIONES O LEYENDAS Consérvanse en el pueblo de Arauco no más de dos tradiciones. Según una de ellas, Benavides habría enterrado su tesoro, antes de huir, en el pueblo o en los alrededores del fuerte. Al decir de una india contemporánea al hecho, ella vio salir por le puerta del fuerte, situada al levante, un burro cargado con el tesoro; y no demoraba tanto el burro en, ir y volver a salir nuevamente cargado, para presumir que fuese muy distante el lugar en que se enterró ese tesoro. No han faltado quienes lo hayan buscado y hayan hecho por todas partes excavaciones, aún en las calles del mismo pueblo. Se, sabe que los tesoros suben a la superficie cuando la luna está llena y quienes lo han hecho ha sido tal vez en menguante. De otra manera no se explica que no lo hayan encontrado. La otra "versión, es menos popular y no ha originado grandes comentarios. Refiérese en ella que cuando fueron expulsados los jesuitas, hubieron de abandonar su tesoro, arrojaron éste al pozo y luego lo cegaron. Ha desaparecido para siempre el convento y ni aún se podría decir, cómo de las ruinas del palacio para el César fabricado, dónde fué su ubicación. Menos podría encontrarse el lugar que ocupó el pozo que encierra el tesoro y sólo une que otra inquieta ambición pensara con tristeza en el secreto de aquella huida y en le saña del tiempo, que se llevó hasta los. vestigios que pudieran servir de indicios. El convento subsistió, tal vez, hasta muy cerca del final de la mitad del siglo XIX. Julio Verne nos refiere en aquella aventura interoceánica de "Las Hijos del Capitán. Grant", el haber acampado los exploradores en los alrededores de Arauco, pueblo muy pobre, en el cual no hallaron hospedaje, que tenía, sin embargo, una iglesia y un convento. De lo que hay actualmente, sólo podríamos referirnos el cerro Colo-Colo, fértil y hermosa colina, sombreada en su mayor parte, por frondosas acacias, y desde el cual es dable contemplar un amplio horizonte marino, todo el golfo, las cadenas montañosas que forman las bandas que encierren, la isla Santa María y, por fin, el macizo de la cordillera de Nahuelbuta, que se pierde hacia el sur, en múltiples derivaciones montañosas. |
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