Después de los juegos Odesur, me atreví a decir que íbamos por buen camino y que el desarrollo alcanzado por el país en diversos ámbitos, se notaba en los evidentes avances del deporte chileno en el último tiempo.
Aunque muchos piensen que estos logros, son merito exclusivo de los deportistas, me parece que esta histórica actuación de Chile en los panamericanos de Perú, es una mezcla de lo anterior y de las nuevas políticas que ha implementado el Estado a través de los diversos estamentos involucrados. Cuando los deportistas son reconocidos y se les apoya incondicionalmente, los resultados llegan más temprano que tarde. Estas 50 medallas conseguidas en Lima, demuestran que en Chile hay talento y eso permite justificar cualquier inversión que se pueda hacer como país.
Para competir de igual a igual con los países que son potencia continental y con otros que también entendieron que había que invertir en el deporte y lo hicieron antes que nosotros, se debe seguir por el camino de la profesionalización de los deportistas de alto rendimiento y cada vez ir incorporando disciplinas que cuentan con la materia prima, pero que no tienen las herramientas necesarias para someterse a las exigencias que requiere la competencia de elite.
Nadie discute que ha habido notorios avances en los últimos años y merced a ello, se han alcanzado objetivos, los cuales han permitido que aquellas disciplinas con deportistas de proyección estén consiguiendo resultados cada vez más importantes y significativos. El camino es el correcto, pero hay que pavimentarlo si es que queremos conseguir mas medallas en los próximos juegos a desarrollarse en nuestro país el 2023.
De una vez por todas debemos tomar conciencia de que se necesita más de lo que se ha hecho, no basta construir más y mejores recintos, sino que hay que preocuparse de que más deportistas puedan acceder a la posibilidad de profesionalizar su actividad, que su preparación y el entrenamiento sea su trabajo. Creo que el país está en condiciones de hacerlo, ya es hora de dar ese salto y traspasar la barrera del amateurismo, para transformar el deporte competitivo, en una actividad profesional, y así sustentar con bases sólidas, el sueño Olímpico de competir y no sólo participar.
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