Me parece un desafío interesante para Chile como país, el anuncio hecho por el Presidente Sebastián Piñera, en relación a una posible postulación para organizar el Mundial de fútbol del 2030, en conjunto con Uruguay, Argentina y Paraguay, pero hay que reconocer que constituye un tema que amerita una revisión profunda y una discusión de carácter técnico, político y social.
Un evento de esta envergadura, requiere de una inversión extremadamente millonaria, que casi nunca se recupera en su totalidad, o sea es más alto el costo que el beneficio, sobre todo para un país como el nuestro, en vías de desarrollo y todavía con múltiples falencias y necesidades. Desde esa perspectiva, más parece una quimera.
Sin embargo representa a su vez, una especie de motivación, para someter la realidad del actual nivel socioeconómico de Chile. No cabe duda que hay un riesgo significativo, sobre todo por los recursos que deben comprometerse para cumplir con las exigencias, pero también hay beneficios atractivos, que podrían capitalizarse, si existe la convicción que la inversión valdrá la pena y que traerá mejoras sustanciales en las condiciones de vida de la gente, como por ejemplo en la infraestructura deportiva, en las obras viales y de urbanismo, en el transporte público, en las telecomunicaciones, etc.
Es verdad que al pelotero y al fanático del futbol, le interesa ver ganar a su selección en un mundial, por sobre todas las cosas, independiente del lugar donde se juegue, pero el chileno común y corriente quiere recibir algo a cambio, acepta el riesgo con la condición que después algo quede en beneficio de su bienestar. De que serviría construir estadios, si no se van a poder usar o será imposible mantener, o cual sería la gracia de que haya más micros o más líneas de metro, si van a continuar los tacos en las calles, o si habrá más hoteles, y ellos nunca van a poder usarlos
No es tarea fácil involucrarse en un desafío de esta naturaleza, ni siquiera para las grandes potencias. Chile ha conseguido avances importantes a todo nivel. No obstante aún estamos lejos de compararnos con aquellos países que nos llevan ventaja. Si el estado lograra minimizar los riesgos a través de una gestión inteligente y responsable, esta sería una excelente oportunidad para demostrarle al mundo que Chile va por buen camino y que el desarrollo está cada vez más cerca y al alcance de nuestras posibilidades.
El debate queda abierto, ya que se trata de un tema transversal que pone en el tapete la eterna discusión de las prioridades, bueno sería que no solo primen los intereses políticos, sino que se considere la opinión de todo los estamentos, sin dejar de lado la opinión y el sentir de la gente.
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