No quiso estar ausente en el inicio de esta nueva etapa de Lanalhue Noticias nuestro fiel colaborador Francisco Flores, que a través de sus experiencias de vida podemos conocer algo más de los cañetinos en la década del 70 – 80.
-¡Mamá! Grité desde mi cama donde estaba recostado a las 14.00 horas en aquel día martes 5 de febrero de 1979.
-¡Qué! Me contestó ella desde la otra habitación.
-Arregla mi ropa que esta tarde me marcho a Santiago.
-¡Ay, si! Musitó ella
Desde ese momento comienzo la realización de un viaje del cual años mas tarde comprendería que en su forma fue muy mal hecha y que me causaría mucho dolor cuando la vida me pasara la factura.
Don Luis Gerardo Rivas Leal, Gerente propietario de Radio Millaray donde yo trabajaba, hacía poco que había “estirado” el recorrido de los Buses Igi-Llaima que cubrían Concepción-Santiago hasta Cañete estuvo dispuesto a proporcionarme el boleto para que no significara gasto en pasaje mi traslado hasta la capital.
Solucionado esto me dirijo hasta “Casa González” de Don Raúl González a retirar un traje que tenía allí “empaquetado”; antiguamente en Cañete existía el sistema que llamaban “empaquetar”; es decir, uno escogía el artículo, fijaba las cuotas y cuando terminaba de pagar se lo entregaban; no se pagaba ni un peso por intereses usureros, para eso hoy existen las tarjetas de crédito.
Luego me dirigí a despedirme de algunos amigos, recibir algunas bromas de Germán Salas y de Tito Muñoz, para mas tarde irme a casa a estar un rato con mi madre.
A las 18.30 horas de despedí de mis hermanas y de mi madre que estalló en llanto (momento que al recordarlo hoy me rompe el corazón), no recuerdo haberme despedido de mi hermano; pero sí recuerdo claramente que mi papá no estaba en casa a esa hora; pero llegaría mas tarde, por lo cual no me despedí de él.
A las 19.00 horas estaba ubicado en el asiento Nº 1 del bus Igi-Llaima con destino a Santiago con las manos abiertas para agarrar el destino y aferrarme a un futuro del cual no sabía si iba devorarme o permitiría un cambio en mi vida.
En el bolsillo contaba con la exorbitante suma de $50, actualmente serían como $10.000.-
La llegada a Santiago fue alrededor de las 07.00 horas de la mañana en el Terminal de Buses Sur poco tiempo inaugurado; bajo del bus, camino hasta la Avenida Bernardo O’higgins y no supe hacia donde ir.
Mientras esto ocurría pensé que mi papá ya sabría que yo no estaba en casa y tal vez no regresara nunca
Regresé al interior del terminal de buses como buscando un refugio o algo que me resultara familiar pero no encontré nada; así que regresé nuevamente hacia la Avenida Bernardo O’higgins. Esto lo hice varias veces.
Por fin me decidí consultar con un carabinero que encontré por allí, me indicó el número de una micro que me llevaría hasta el centro de Santiago y que desde allí podría llegar hasta donde quisiera.
La micro que tomé subió por la Avenida Bernardo O’higgins hasta que hizo un viraje a la izquierda por calle Amunátegui para luego subir por San Pablo que fue donde me bajé y desde ese lugar me dediqué por algunas horas a recorrer el centro de Santiago.
Emocionante para mí fue encontrarme con las calles Agustinas, Moneda, Huérfanos, Miraflores, McIver, Santo Domingo, Estado y muchas que escuchaba nombrar allá en Cañete a través de Radio Portales.
Como a las 14.00 horas pensé que era hora de llegar hasta donde pretendía hacerlo; la casa de mi tía María Olave, hermana de mi mamá.
Con el papelito de la dirección en la mano le pregunté a un carabinero quién indicó me que en la calle San Antonio tomara la micro con el Nº 102 C y que me bajara en Manquehue, corazón de la comuna de Las Condes. Allí llegué como a las 16.00 horas y como hacía bastante tiempo que no nos veíamos con mi tía le mostré mi carnet de identidad y ella me hizo pasar.
Conversamos muchas cosas de asuntos familiares, me hizo muchas preguntas, de este, del otro; en fin de mucha gente de Cañete; hasta que llegó mi tío Héctor Burgos a quién yo no conocía porque nunca había ido él a Cañete.
Por la noche al acostarme me puse a mirar por la ventana del cuarto piso donde vivía mi tía todo lo que alcanzaba a ver de la Gran Capital, y en ese momento fue que comencé a preguntarme ¿qué haré aquí?
Al día siguiente había que comenzar a buscar trabajo y realmente me sentí desorientado y muy desamparado en eso ¿en qué iba a trabajar? “En lo que sea” me había dicho mi mamá. Además me había dado cuenta que el dinero que traía era la nada misma y ya me quedaban como $ 35; cada pasaje costaba $ 2.
Estamos en el mes de febrero y el calor era insoportable así que elaboré un plan de acción que consistía en que viajaría en locomoción solamente en una dirección, la otra caminaría los 9 kilómetros aproximadamente que existen entre la Plaza de Armas de Santiago y la Avenida Manquehue. Generalmente esto sería en el viaje de regreso.
Pero como nada puede ser tan malo por la Avenida Apoquindo me encontraba con varios carritos promocionando una nueva bebida de fantasía refrescante: SevenUp, así que me detenía en ellos y me refrescaba.
Tres cosas realizaba en mis periplos por Santiago, me orientaba sin saber que años mas tarde esto me sería de gran utilidad en mi trabajo, conocía las emisoras y buscaba trabajo “en lo que fuera”, como había dicho mi mamá.
Un día caminando por Huérfanos y al estar conversando con una muchacha que atendía un kiosco de diarios en la esquina con San Antonio le comento que me ha costado encontrar trabajo, entonces como respuesta ella desarma El Mercurio y me pasa la sección de avisos clasificados diciendo “ mira ahí”.
Comienzo a ver la ofertas de trabajo (yo no sabía que allí estaban) hasta que llego a una que dice “Cuidador-copero-Casa y comida—Avenida Las Condes Nº 11931; aquel aviso me interesó porque había visto que Avenida Las Condes estaba cerca de Manquehue, así que anoté la dirección tomé la micro y me fui a casa de mi tía, me duché y cambié ropa y me dije “Debe ser cerca, así que caminaré”.
Salí como a las 14.00 horas y comencé a caminar por Avenida Las Condes y no llegaba nunca a la dirección hasta que por fin como a las 16.00 horas llegué, converso con el encargado del negocio; era un Drive-Inn, y este me pide que regrese al otro día a saber la respuesta del patrón. Le digo que para regresar me tiene que dar posibilidades porque viajo caminando; me responde que tengo el 99,99 % de posibilidades así que debo regresar con confianza.
Al otro día el viaje lo hago un poco mas temprano para no “urgirme” tanto caminando y cuando llego aparece un muchacho que dice: “ven, mientras llega el jefe; te voy a mostrar donde vas a dormir y lo que tienes que hacer”
En realidad no era mucho lo que había que hacer, lavar los vasos de los clientes y mantener limpio un pasillo; durante el día vivir allí con mi compañero que se llamaba Gustavo Parra Aguilera, era de Chillán Viejo y llevaba más de un año trabajando en el lugar.
A la segunda noche de estar trabajando llega el patrón en el momento en que estoy pasando trapero al piso del pasillo que era mi responsabilidad y luego de saludarme me dice: “Así que usted es de Cañete” – Sí Señor, le contesto—Pregunta, “¿De Cañete no era el Presidente Don Juan Antonio Ríos?” – Exactamente, Señor- le respondo. Luego agrega “muy bien su trabajo, está todo muy bien”
En ese trabajo aprendí a distinguir las fábricas de bebidas, los licores y sus distintas calidades, muchos tragos y su preparación, y muchos platos sabrosos preparados en la cocina por la Señora Violeta Armijo y su ayudante Nelson. Con los años esto quedó en mi memoria como cultura general.
Con el transcurrir de las semanas y al trabajar cerca del bar aprendí a preparar tragos pero parece que no era mi vocación porque no seguí en forma seria en ello. Además con el tiempo hubo algunos cambios y Don Oscar que era el patrón me dio la responsabilidad de estar al frente de su negocio así que mi nueva actividad no me daba lugar a practicar en el bar. Don Oscar era Contador-Auditor así que me enseñó varias leyes referentes a negocios y como llevar el libro de contabilidad del negocio. El fue una buena persona, siempre le recuerdo por eso.
Por marzo del año 1980 regresé a Cañete a Radio Millaray; allí me encontré con la novedad que faltaban algunos amigos, entre ellos Tito Muñoz Fuica que trabajaba como taxista; de este acontecimiento siempre me he arrepentido porque esta etapa no fue muy agradable ya que tuve muchos problemas con algunos de mis compañeros por “celos profesionales” ridículos ya que al tener como amigo a Don Gustavo Varas, programador musical de Radio Nacional de la época y quién me proporcionaba discos nuevos causaba celos en algunos de mis compañeros; pero la música era para la emisora así que no había razón de molestarse conmigo; pero bueno, así son las cosas.
El Director de la emisora Don Arnoldo Cabrera Soto; recientemente fallecido, tampoco se quedaba atrás así que un día a mediados de diciembre luego de una discusión que tuvimos agarré mis cosas y regresé a Santiago definitivamente.
En esta etapa hubo que realizar varios oficios para poder subsistir; lavar copas en algún restaurante, ayudante de cocina por aquí, garzón por allá, lavar platos en un hotel, pelar papas en otro, disc-jockey en algunos clubes nocturnos; en fin, de alguna manera había que arreglárselas así que al trabajo no había que hacerle el quite.
Como dije al principio, algo no hice bien cuando me vine de Cañete.
Pasaron los años y en junio del año 2011 mi hijo menor, decide ir de vacaciones a Eslovaquia por lo que emprende un vuelo directo hasta París, hacer trasbordo hasta Viena- Austria y desde allí un tren hasta Bratislava, capital de Eslovaquia.
Mi hijo debía tomar el vuelo de regreso el día 16 de julio a las 16.00 horas para llegar a Chile el día 17 en donde estaríamos esperándolo su madre y yo en el aeropuerto; cuando llegué ese día en la tarde de mi trabajo la encontré un poco rara y al preguntar para que confirme que viajó y hacer los planes para ir a buscarlo al aeropuerto mi esposa Marta rompe en llanto y me dice que nuestro hijo ha decidido quedarse allá. Tomé a mi querida mujer en mis brazos y me puse a llorar con ella, el mundo y lo que conocía de él escapó de mis pies y quedé totalmente desamparado flotando en el espacio infinito.
Fue en ese momento que me acordé de mi padre y el hecho de no tener la delicadeza de despedirme cuando me vine de Cañete, me dije “seguramente mi papá se sintió igual aquel día miércoles 06 de febrero cuando supo que yo me había marchado de Cañete” y además porque ahora entendí cuando las personas dicen “no se ha cerrado el círculo”. Yo despedí a mi hijo que salió de viaje, pero no ha regresado.
Con el tiempo y buscando una mejor calidad de vida mi hijo se trasladó a Praga-República Checa en donde obtuvo la residencia y se radicó definitivamente. A pesar que estoy muy contento con sus logros profesionales y aunque regularmente nos vemos y conversamos a través de Internet necesito poder algún día despedirme con un fuerte abrazo para siempre de él.
Hoy, con 35 años en Santiago y cercano a los 60 de edad; puedo decir que fue buena la decisión de venirme a Santiago, no tengo grandes lujos, pero comparto la vida con mi esposa Marta, una mujer extraordinaria, dos hijos excelentes, 2 nietos que son mi adoración, un trabajo estable desde hace mas de 22 años; pocos, pero buenos amigos, un vecindario relativamente tranquilo donde vivo y tengo como especial tesoro los recuerdos de Cañete que seguiré publicando mientras Lanalhue Noticias me lo permita.
Vamos, amigos que la vida continúa.