Mucho son los maestros que en Cañete han formado generaciones, siguen destacando los que se formaron en las gloriosas Escuelas Normales y hace unos días se celebró el Día de Profesor, por lo que nuestro colaborador Francisco Flores ha querido destacar, homenajear y representar este día en la Maestra Sara Martínez, quien ejerce hoy por más de 57 años!!!.
No sé las circunstancias ni desde cuando mi mamá conocía a la señora Sara Ramírez Fuentes, pero era madrina de bautizo de mi hermano mayor Luis Ernesto, lo que creó un problema en mi porque yo no reconocía a mi tía Olga Flores Arriagada como mi madrina ya que también por cuenta propia “me hice” ahijado de mi madrina Sara.
La relación de amistad entre mi madre y mi madrina Sara era muy estrecha; casi familiar diría yo, porque ella se preocupada de muchos detalles relacionados con nuestro bienestar.
En 1960 nació mi hermano Humberto Domingo, casi al mismo tiempo que la nieta de mi madrina Sara, hija de su hija Sara Martínez Ramírez, la que llevó por nombre Sara María Valenzuela Martínez.
Me contaba mi mamá, que la mamá de Sarita María (así se le nombraba) tuvo problemas para producir leche para la lactancia, lo que obviamente traía un problema; entonces mi mamá que era potentada en eso accedió, ignoro si se lo pidieron o ella se ofreció; a amamantar a Sarita María, razón por la cual mis padres, en especial mi madre la sintieron siempre como una hija. Así me lo enseñaron y así lo he sentido toda la vida; Sarita María Valenzuela Martínez es mi hermana.
Lamentablemente mi hermano Humberto Domingo falleció en 1962 de sarampión a la edad de dos años.
En abril de 1963 nació mi hermanita Anita María; y era que no, también la madrina de bautizo fue mi madrina Sara.
Con el paso del tiempo fueron transcurriendo juntamente con la vida, muchos acontecimientos relacionados con la familia de mi madrina Sara.
En el año 1989 estando de visita en casa de mi hermana Anita María, llegó también mi madrina Sara muy anciana y pudo ver a mis hijos pequeños por única vez, y fue la última oportunidad en que la vi.
En el año 1970 entrando a 7mo año básico, llegó la maestra que sería de Castellano; la señora Sara Martínez Ramírez.
Ella, mi profesora, a mediados del año 1971 me desafió a aprender el poema épico de Víctor Domingo Silva “Al pie de la bandera” y cuando llegué a la clase siguiente con el poema ya aprendido me llevó donde el profesor Don Aquiles Fuentes quién me enseñó a recitarlo. Yo no sabía que era una trampa, hermosa por lo demás.
Me estaban preparando para que pudiera recitarlo en el acto cívico del 18 de septiembre que venía pronto.
Fui el único representante ese año en dicho acto de mi gloriosa Escuela Nº 1, y la satisfacción de que habíamos hecho algo hermoso lo veía en el rostro de mis profesores Don Valentín Rocha Molina, profesor jefe de curso; Don Raúl Durán Fierro, Director y profesor de Ciencias Naturales; y mayormente de mi profesora de Castellano, Señora Sara Martínez Ramírez de quién nació la idea.
Hoy, en mi vejez todos estos son recuerdos de incalculable valor, y los ejemplos de aquellos Maestros que me entregaron las primeras armas educativas para enfrentar la vida siempre recuerdo con devoción, agradecimiento y amor.
En esta oportunidad en la que recién hemos vivido el Día del Profesor, con todos los sentimientos que ello trae aparejado he querido rendirles homenaje en la persona de mi Maestra de Castellano, Señora Sara Martínez Ramírez y como los sentimientos de gratitud pueden ir mas allá del papel y lo virtual, he querido que este homenaje se vuelva un corazón encendido; así que he pedido a su hija mayor le dedique sus sentimientos.
He aquí lo que el amor de hija (Sara María) es capaz de expresar por su madre:
Antes de empezar a escribir quiero que sepan que esta carta se la dedico a la persona más especial de mi vida, al ángel dulce, tierno y maravilloso que Dios me ha prestado; son mis sentimientos expresados por estas líneas para una hermosa mujer que un obsequio genial me ha regalado como lo es la vida. Estas palabras son para ti: Madre mía.
Mi madre Sara Martínez Ramírez y la escribo con un solo nombre dado que así la inscribieron en el registro civil; sin embargo, al ser bautizada llevó por nombre Sara María, nació un 11 de junio de 1939, su padre un inmigrante español Don Rufino Martínez Martínez proveniente de Lumbreras de Cameros, Logroño España, y su madre Sara Rosa Ramírez Fuentes, cañetina, (ambos muertos), seis hermanos, cuatro de ellos muertos y le sobreviven dos Reinaldo y Pedro.
Siendo niña se educó en Cañete para luego ir a recibir su educación superior a la Escuela Normal de Angol, a sus cortos 15 años perdió a su padre por lo que para ella fue muy difícil continuar con sus estudios, sin embargo dada su vocación, responsabilidad y a pesar de la tristeza terminó su profesión de Profesora Normalista cuando aún tenía 18 años.
En el año 1959 a los 19 años de edad contrajo matrimonio con mi padre Don Moisés Valenzuela Araneda mismo año que comenzó a ejercer esta noble profesión en una escuelita de campo por allá en Licauquén en donde ella era la consejera, la amiga, el cura, etc.
En el año 1960 se convierte en madre y nace su primera hija Sara María Aída estando ella aún en Licauquén, luego nacerían Amparito, Marcela, Moisés y Alejandra la menor.
Luego sería una de las grandes profesoras de la Escuela de Niñas Arturo Prat Chacón por muchos años, hasta que para educarnos mejor decide ir a trabajar a Concepción.
Mi madre es una mujer noble y amorosa que nos dio todos los cuidados que requeríamos como hijos, siempre preocupada del bienestar nuestro, una mujer muy dueña de su casa y amante de su esposo, la recuerdo muy hermosa de carácter fuerte, tesonera y muy española (gritona y obstinada, etc. jajaja).
Una mujer profesional de tomo y lomo con un amor a los niños inimaginable, sólo educar con amor como ella dice, pero también con responsabilidad y amor patrio, comenta “la educación de hoy ya no es lo mismo, antes se enseñaba que a la patria se tenía que amar y respetar tal como a tus padres, casi como un onceavo mandamiento”, honesta hasta los huesos no calla nada, amiga de los amigos, bondadosa si hay que dar hasta que duela; siii esa es ella!
No se imaginan el inmenso amor hacia su único varón; siiii su único hijo, que cuando viene, ahora ya todos más viejos, se preocupa de que comida le vamos a preparar, porque allá en Santiago no come nada casero dice, entonces se preocupa que todos los días, siii todos los días que Coco (así lo llamamos desde niño en la familia), está acá en la casa exista en la mesa algo de su comidas preferidas.
Durante los años de dictadura para ella fueron muy duros, ya que mi padre por cosas del destino fue tomado preso y llevado lejos de Cañete, sufrió mucho y cómo no, si había mucho miedo y yo tan solo tenía 13 años y además interna en Concepción en un colegio de monjas ni para escucharla le servía, mis hermanos todos ellos muy chicos comprendían muy poco.
En el año 1976 nos fuimos todos a vivir a Concepción y ella por supuesto permutó (en ese tiempo se podía) con un colega su cargo.
Ejercería donde las papas queman en una escuela del Barrio Norte y luego Boca Sur Escuela Boca Bio-Bio, ahí sí que había que tener coraje; ¿o será que es mi ídola? y por eso hablo así de ella.
Regresaría a ejercer nuevamente en su Cañete amado en la escuela N°3 en el año 1994, donde jubiló a los 60 años por allá en el año 1998.
Hoy a sus 76 años aún ejerce su profesión. Trabaja en el Instituto San José, colegio católico, en donde desde hace ya 11 años educa a niños y niñas de muy corta edad, enseñando a leer y a escribir, pero por sobre todo muchos valores, aquellos que solo ella sabe enseñar.
¿Les cuento algo? todos los años dice “este es el último que trabajo” y este no es la excepción, nosotros nos reímos y le decimos “ como Ud. quiera o hasta cuando quiera”.
Saben? Me siento tan orgullosa de ella que cuando por ahí algún hombre o mujer me dice “usted es hija de la Tía Sarita, fue mi profesora” , se me hincha el pecho y me lleno de emoción al escuchar con que cariño, respeto y amor hablan de ella.
También recuerdo que siempre ha sido amante de la poesía, le gustaba mucho enseñar a declamar. Amante de la lectura; recuerdo que en cada ocasión de conversa todavía recita un poema de Gabriela Mistral, también escribe poesía. En todos sus trabajos prepara los actos con una inmensa vocación y busca y rebusca entre sus cosas los encabezados de cada número para que estén muy bien representados.
A mí me enseño que a los hijos se les adora y que una madre es capaz de dar la vida por ellos, por lo mismo estuvo presente en cada parto de nosotras acompañando y cuidando nietos y por no decir criando nietos! por eso ante la adversidad que nos ha tocado vivir, ella ha sido el soporte de la familia, especialmente de mis hermanas Marcela y Alejandra y también mía, por eso mi Mamá es “maga” que puede hacer desaparecer mis lágrimas con un beso. Guerrera incansable, mujer, madre, nos ha enseñado a no desmoronarnos.
He sido bendecida con la mamá que tengo. Sigo siendo bendecida mami, porque te tengo a mi lado aún, sana, completa, impecable y exploto cada día lo que tengo con mucho amor, y busco, mami preciosa, busco que ese día siempre esté lleno de sorpresas, de cariño, de paz, de ternura, como sapientemente tú lo hacías, como sólo un ángel majestuoso como tú, siempre lo ha sabido hacer.
Dios te bendiga Madre mía.
Tu hija
Sara
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