Podrán salir y seguir saliendo diferentes vías de comunicación entre las personas, pero nada superará a la Radio, como medio de difusión masiva y popular. Su importancia en el mundo lo respalda una historia pletórica de acontecimientos, que dicen relación con el desarrollo de la humanidad, desconocerlo sería muy injusto.
En chile se cumplen 100 años desde que Arturo Salazar y Enrique Sazié, realizaron la primera transmisión radial en las dependencias de La Universidad de Chile en Santiago, desde aquel entonces, este medio de comunicación ha acompañado a los chilenos con el más genuino de sus objetivos, informar y entretener. Recorrer su historia, es recorrer la historia del país en todos su ámbitos, de ahí su relevancia y significación en el devenir de los chilenos.
Para quien escribe esta columna resulta un desafío emocional de tremenda magnitud poder hablar de la Radio, porque de manera inevitable me recuerda una de las etapas más bonitas de mi vida, mis más cercanos saben que desde que era un niño, admiré con devoción este medio de comunicación, mi juguete favorito era este aparato que emitía sonidos y voces que no sabía de dónde venían.
Así se fue creando mi fanatismo en torno a la radiotelefonía, hasta transformarme en un auditor permanente de los programas de radio más importantes del país, que en ese entonces se escuchaban en onda corta, aún recuerdo eventos musicales, deportivos y noticias de connotación que fueron transmitidos por la Radio y que forman parte del archivo de la memoria de todos quienes tuvimos la oportunidad de escuchar aquellos hitos. Siempre atesoro aquellos días de invierno en mi Cañete querido, cuando mi única compañía era la Radio y su diferentes programas especialmente las transmisiones de futbol, de esos hexagonales donde venían los clubes más importantes del mundo a jugar con Colo Colo y la Universidad de Chile, escuchaba las voces más conocidas del periodismo deportivo, desde que empezaba la transmisión hasta que terminaba, no me daba cuenta como pasaban las 4 o 5 horas de transmisión.
Pero también me acuerdo de los festivales de Viña del Mar, que muchas veces se prolongaban durante toda la noche incluyendo la previa y el trasnoche desde el Hotel O’Higgins, nunca podré olvidar esos tiempos de la Radio y mi etapa muy particular de mi adolescencia, era tanto mi fanatismo por la Radio, que prefería escuchar algún programa que era de mi gusto, a salir con mis amigos o amigas a alguna fiesta o evento. En ese entonces ya me había nacido el deseo de ser en algún momento parte de aquella maravilla llamada Radio.
Fue entonces cuando cursaba el cuarto medio en el Liceo, me invitaron a integrarme al programa deportivo en la Radio Millaray de Cañete, estoy hablando del año 1977. Luego de salir del colegio me dediqué por completo a este oficio, a pesar de que mi Padre me dijo, que debía estudiar para ser algún día alguien importante y que pudiera vivir de la Radio, no se preocupe Papá le contesté ,yo quiero llegar a ser como Julio Martínez, razón tenía mi padre, no fui como ´Don Julio, pero cumplí mi sueño de trabajar con él y con todos aquellos que yo escuchaba en las noches de invierno, sacrificando mi entretención o la diversión propia de los jóvenes de mi edad.
La Radio sigue siendo a mi juicio, la mejor compañía en materia de información y entretención, a pesar de la variedad de posibilidades que ofrece actualmente la tecnología, sobre todo en ese rubro, la globalización hace que la radio vaya perdiendo relevancia, especialmente entre las nuevas generaciones, pero seguirá reuniendo consenso si se trata de reconocer su importancia, nadie podría asegurar que la Radio no será abatida o abolida en el futuro por el inevitable paso del tiempo, pero lo que yo puedo asegurar, que su espíritu seguirá vivo por toda la eternidad. Mis respetos a todos aquellos que siguen haciendo Radio en Chile y mi profunda admiración para aquellos que ya no están y que forman parte de su maravillosa historia.