Pocos son los que se van de este mundo, dejando una estela de tristeza y dolor en el alma nacional. Leonel entra en este selecto grupo, un futbolista que supo y acarició el reconocimiento transversal, algo muy difícil de conseguir en Chile.
Olvidarlo como futbolista será casi imposible, sobre todo en su etapa del Ballet Azul y en aquel histórico equipo que obtuvo el tercer lugar en Mundial del 62, ambos momentos que permanecen en el recuerdo de todo hincha azul y de quienes aman con pasión el futbol. Leonel nació y vivió para Universidad de Chile, club que lo proyectó a nivel de ídolo y referente hasta la eternidad, sin duda que esta condición se la ganó en la cancha con un talento innato, de aquellos que aparecen de cuando en cuando. Con la camiseta azul tuvo una trayectoria de gloria y triunfos, en un equipo que es catalogado como el mejor equipo en la historia de nuestro futbol, pero también fue figura en la Selección, especialmente en el mundial del 62, donde terminó como uno de los goleadores, el único chileno que ha conseguido este galardón.
No cabe ninguna duda que será recordado por siempre y no solo por sus logros dentro de la cancha, sino también por su afable y sencilla personalidad, un hombre dispuesto siempre a la conversación y cercano a la gente y con una increíble disposición para con la prensa, nunca un desaire. Tuve la oportunidad de entrevistarlo varias veces y me impactó su cordialidad para atenderme, fuere cual fuere el lugar o la situación, algo muy difícil de encontrar en estos tiempos en los futbolistas consagrados, salvo contadas excepciones.
Leonel fue un ídolo a carta cabal como futbolista y persona, su recuerdo permanecerá eternamente en el alma de los futboleros y de la familia azul. Se ha ido un auténtico romántico viajero, seguro que ira más allá del horizonte, brindemos en ánforas azules, por la vida fecunda de ideal. Adiós querido Leonel.
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