Nos dieron tantas alegrías durante casi 20 años, que sería injusto transformar esta segunda frustración consecutiva de no asistir a un mundial, en un drama o una tragedia nacional.
No obstante, es sano hacer algunas consideraciones respecto a los factores que provocaron este nuevo fracaso del futbol chileno, porque no se puede contextualizar o focalizar la crítica en puntos más o puntos menos o partidos que se pudieron ganar y no se ganaron.
Me parece increíble que un país que ganó dos Copa América seguidas y estuvo varios años en la elite mundial, no haya podido aprovechar estos logros y hacer los cambios que se requerían, para proyectar estos logros y consolidar una estructura organizativa en busca de un desarrollo global. Mucho se habló después de no clasificar a Rusia 2018 del recambio y del término de una generación de futbolistas de excepción, sin embargo en este equipo había 7 jugadores titulares de aquellos, lo que significa que solo eran buenas intenciones, porque poco o nada se hizo al respecto. Resulta fácil hablar y hacer diagnósticos, pero a la hora de hacer buena gestión y buscar los mecanismos para realizar los cambios que se necesitan, los dirigentes no dan el ancho o no se ponen a la altura de las circunstancias.
Desde el comienzo de esta última etapa, el panorama no se veía auspicioso, el técnico anterior Reinaldo Rueda nunca pudo plasmar su idea y cometió muchos errores al momento de elegir a los futbolistas, la plana directiva confundió los objetivos y sus decisiones dejaron mucho que desear, Lazarte llegó a la Selección como última opción, sin reunir el consenso del directorio de la ANFP. Convengamos en todo caso, que ninguno de los dos técnicos le dieron una impronta o una fisonomía a este equipo.
El futbol actual, requiere mucho más que las cualidades técnicas de un jugador, la exigencia es tan competitiva que la condición física juega un papel fundamental, incluso en algunos casos resulta decisiva para ganar un partido. Bien sabemos que un atleta con más de 30 años no responde a la exigencia física igual que uno de 23, con mayor razón si en el primer caso existe un desgaste debido al factor directamente relacionado con la naturaleza humana.
Es tiempo que el futbol chileno entienda esta cruda realidad y que se convenza que la única salida es la restructuración. No habrá recambio verdadero, sino se mejoran las competencias y no se trabaja con otra visión en el desarrollo del futbol formativo. Para esta nueva etapa hay que buscar y encontrar las personas idóneas para encabezar un nuevo ciclo, rescatando algunas cosas de la etapa anterior, con la aparición de algunos chicos que se ganaron la posibilidad de proyectarlos a nivel de selección (Cortés, Díaz, Kuscevic, Suazo, Pulgar, Núñez, Mortecinos, Brereton, Alarcón, Fernández)
Si queremos este cambio, se debe encontrar los liderazgos adecuados tanto en el plano técnico como en el plano dirigencial. En la medida que se saquen las mejores lecciones y se aproveche la enseñanzas de la generación dorada, para desarrollar un nuevo proceso, es probable que se recupere el camino del éxito, la tarea es difícil, pero no imposible. Si se pudo hace 15 años cuando Mayne-Nicholls pensó y fue a buscar a Bielsa para encabezar un proyecto distinto, por qué no se puede hacer ahora, ambos están vivos.
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