Las primeras noticias que llegaron a Chile sobre este temible virus, lo hicieron a principios de enero. Pero, lo vimos tan distante, tan al otro lado del mundo, que no cambiaron uno sólo de nuestros días de Verano.
Creo que ni siquiera nos alteramos cuando supimos del médico de Talca (o Rancagua?) que llegó infectado de Italia. Es que no estaba en nuestros planes un viaje a ese país!!!
Las alarmas solo se encendieron el 15 de marzo, exactamente, con los anuncios del gobierno y el inicio formal de las medidas de excepción.
En adelante, nuestras vidas cambiaron: saber de los números de cada día, aprender de virus y bacterias, conocer y alegrarnos o consolarnos porque Italia, España o EEUU sufrían infinitamente más que nosotros, o ver como otras ciudades chilena eran golpeadas por contagios, cuarentenas y cordones.
La verdad, es que nuestra provincia ha pasado “colada” en eso. Hoy no tenemos infectados. 6 casos de Arauco, 1 de Curanilahue y 4 de Tirúa ya están de regreso, con su “Carnet de Alta” probablemente, y si bien usamos mascarilla, nos mantenemos en casa y respetamos el “toque de queda”, no hemos visto el virus a la cara.
Pero, a pesar de esto, nuestras vidas nunca más volverán a ser como antes. Tocarse la cara, por ejemplo, algo que antes hacíamos sin pensarlo siquiera, ahora y en adelante, será motivo de preocupación y tal vez genere el deseo de limpiarnos con un paño con jabón. O sentir toser o estornudar a un vecino, nos impulsará a brincar dos pasos al costado. Lavarse las manos será casi una obsesión en lugares públicos.
Serán todos los cambios del futuro, solo de este tipo? Orientados a la mayor sanidad?
Hace 2.000 años, llegó al mundo un individuo de nariz aguileña y origen modesto, cuyo discurso, montado sobre un par de sandalias sacudió de tal modo a la humanidad, que esta se dividió cronológicamente en antes y después de él. El Cristianismo, 2.000 años después, se apresta a ser la religión más popular en la Tierra (aun faltan 40 años para eso). Esta división no fue solo una denominación arbitraria. Fue en efecto un cambio de la espiritualidad de la humanidad, un desplazamiento al politeísmo y el inicio del humanismo cristiano, que si bien se impuso de la mano de monarquías, devengó en un aliado de las personas más modestas.
El cambio social que provocará en SARS Covid 2, o Corona Virus o Covid19, será equivalente. Los que vivimos antes de él, relataremos a las nuevas generaciones las cosas que antes se hacían: los abrazos de año nuevo, los saludos de besos, los hacinamientos en el futbol, en espectáculos musicales, en centros comerciales, etc.
Se nos viene un mundo que estará soportado en dos pilares antes muy débiles: el pilar de la higiene (el cuidado personal de la salud, la limpieza y la desinfección) y el pilar de la espiritualidad (el asignar mayor importancia a aquello que no tiene que ver con ganar mas dinero, con poseer bienes materiales o con cuidar el trabajo). El consumismo inicia hoy su retirada, de un modo inesperado y brutal. Esperemos que ello sea un efecto positivo de la crisis. Que nos enseñó, en apenas 40 días que llevamos, que tantas camisas, zapatillas o cinturones, no eran tan necesarias. Que la segunda casa, es incluso motivo de críticas y vergüenza. Que abrazar a los abuelos es difícil y bien valorado… que compartir con hermanos y amigos cercanos vale mas que muchas cosas. Es un cambio en la escala de valores no sospechado.
Poco a poco, entendemos y asumimos que el virus no se irá en algunos meses. Que cuando lo hayamos “domado” o controlado, vendrá otro, no del murciélago tal vez, aunque tiene más de 600 parecidos! Sino de un camello o una serpiente. Asumiremos que muchos otros esperan su momento. Que la alimentación que consuman en China, África o India, no es un problema de ellos. Es de todos nosotros. Como fue la gripe porcina, la gripe aviar, el SIDA o el SARS, los saltos de virus de animales a humanos son cosa del presente y del futuro, y frente a ello, debemos cambiar hábitos.
El teletrabajo llegó, y no de la mano del Congreso con nuevas leyes. La reducción de la jornada igual, será realidad para bien o para mal, porque de ambas tiene. El uso de teléfonos inteligentes ya no será privilegio de los mas jóvenes: los adultos mayores aprenderán a usarlos o se quedarán atrás en cosas demasiado relevantes. Los programas radiales no serán desde locutorios. La televisión pública tendrá una nueva orientación y formato, las compañías de internet darán su salto mas importante desde su aparición para satisfacer la demanda. Las decenas de empresas de diversos rubros que migraron a la fabricación de artículos médicos, mantendrán una parte de sus unidades en este rubro. Los presupuestos de los países destinarán un mayor porcentaje a Salud, al mismo tiempo que verán disminuir su ingreso anual.
Los parlamentarios habrán de acostumbrarse a las sesiones por internet y pronto entregar su edificio en Valparaíso probablemente para convertirse en un hospital. Las remuneraciones privilegiadas de las elites del “servicio público” deberán rebajarse a montos no tan vergonzosos.
Las familias tendrán un segundo paso a favor del mayor tiempo en familia, dentro del hogar. Aquí al menos habremos de reconocer que durante los últimos 30 años se había producido un cambio… por ejemplo los quinchos en el patio en reemplazo de las salidas a comer.
La recreación fuera del hogar tendrá los cambios mas relevantes. Nula posibilidad de sobrevivir establecimientos comerciales recreativos que no cumplan elevadas normas sanitarias, no exigidas por la autoridad, sino por los clientes.
Será un mundo mejor?
Quizá... siempre habrá espacio para los dos caminos, el de la evolución o el de la involución. Hoy si requerimos con urgencia liderazgos positivos que ayuden a entender esos cambios y a prepararnos para el mundo que viene: el mundo después del Corona Virus, el mundo que empieza el próximo año, el año 1 d.CV.
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