A propósito que en estos días se habla de la historia de Cañete, es bueno recordar las serias y exhaustivas investigaciones que realizaron dos antiguos cañetinos, Reinaldo Morales Villagrán y Félix Gajardo Maldonado. Don Reinaldo en enero de 2004, nos escribió un buen resumen de las diferentes "fundaciones" de nuestra ciudad, la primera sin fecha exacta, otra en Lebu, hasta llegar a la actual, fundada por Cornelio Saavedra.
"La historia es una sola, muchos pueden narrarla, mas nadie es dueño de ella. Los documentos la sitúan en el marco de la ciencia" - nos señala don Reinaldo Morales Villagrán a propósito del caprichoso deseo de un profesor por imponer el 19 de enero de 1558 como fecha de la primera fundación.
Escribía don Reinaldo acerca de Cañete el 12 de enero de 2004:
Su primer emplazamiento duró hasta 1563 en un lugar que hoy día se llama el Reposo, por haber estado allí la casa de reposo de un antiguo y acomodado vecino de apellido Cerda. Todo nos indica que el lugar elegido por don García era de gran amplitud, tenía que guardar mas de 500 caballos para que los mapuches no se los quitasen, era de difícil protección; así lo reconoce Cornelio Saavedra, cuando dice en su nota fechada el 12 de noviembre de 1868 al Señor Ministro:
"No he establecido la nueva población en su primitivo lugar, porque para ponerla a cubierto de cualquier amago del enemigo, habría sido preciso emplear costosas obras de defensa, y no tan rápidas en su ejecución."
Las primitivas construcciones fueron muy precarias y no escapaban al sistema empleado tradicionalmente por los españoles. Ellos no podían traer tejas en su bagaje y hubo que construir hornos para cocerlas y labrar maderas. Esas construcciones primitivas vieron al Toqui Caupolicán dirigiendo su asalto sobre Cañete, llevando consigo la capa que le enviara el propio gobernador, y mirando desde lejos el cañonazo que arrancó la vida de 13 caciques que, amarrados de una cuerda, pagaron la osadía de defender su tierra. ¡Qué Historia!, la misma tierra que hoy vemos en ese lugar, recibió la sangre, los intestinos y la vida de aquel Titán que un día asombraba al mundo con su fuerza.
Pero el año 1563 la ciudad abandonada por los españoles ardía, las machis danzaron y el ensordecedor griterío se sentía en los valles de Cayucupil y de Reputo. En 1566 por segunda vez los españoles insisten, pero tienen temor. El intrépido y voluntarioso don García, no está; don Rodrigo de Quiroga insiste en un nuevo lugar, lejos de las tribus; protegidos por el río Lebo (Lebu) donde los veleros aguardan.
Es una nueva historia con nuevos protagonistas; Agustín de Cepeda y Bascuñán, hermano de Sor Teresa de Jesús, Bernal del Mercado, cuyo solo nombre pone en fuga a un centenar de asaltantes, las construcciones son similares a las anteriores, y en repetidas oportunidades los mapuches tratan de incendiar sus techos. Son tres años en los que los mapuches hostilizan a sus invasores logrando por fin conseguir su objetivo: La apresurada fuga de los españoles. Los barcos levantas sus velas que son como enormes pañuelos que se despiden de una indómita tierra, las mujeres y los niños suben atropelladamente, mientras los soldados ayudan a levantar las anclas, mientras tanto en tierra la lucha continúa se lucha por defender la vida y conservar la caballada, elemento indispensable en la conquista de esta boscosa y quebrada tierra. Los mapuches también desean los caballos, sin ser diestros jinetes, saben que estos son una poderosa arma de ataque; consiguen alejar más de 300 caballos, que posteriormente formarían su propia caballería.
Disponían para ello de los mejores talajes de la zona y de entusiastas mocetones para montarlos y domarlos.
La historia continúa y nos narra una nueva reconstrucción de Cañete en su primitivo lugar el año 1575, para ser arrasado nuevamente en el levantamiento de 1602.
Es común creer que los españoles fueron erradicados de esta tierra después del levantamiento general de 1602, pero la realidad no es esa, los jesuitas siempre estuvieron presentes aún después de cada destrucción. Testimonio de ello nos dan los padres Gabriel de la Vega, Hernando de Aguilera que visitaron Cañete en 1596.
Por otra parte los planos que tengo entre mis documentos datan, unos del año 1761 y otros de 1775 y señalan caminos abiertos en tiempos de paz y haciendas de particulares y de religiosos.
Los acuerdos conseguidos por el presidente Higgins, don Ambrosio, antes de que su apellido llevara la "O"; en 1793 en lo referente a Cañete expresan que se autoriza la reconstrucción del pueblo y sus iglesias, se abren los caminos para armas, tropas y civiles se restablece el comercio, etc. Estos acuerdos fueron rubricados por la real orden del 20 de febrero del año 1795 con la anuencia de los cuatro Butalmapus.
La azarosa vida de los españoles, hacía difícil tomar nota, hacer anotaciones y los amantes de las letras sólo podían escribir cuando el tiempo se lo permitía y les era imposible recordar con exactitud las fechas, teniendo que asociarlas con algunas otras importantes. Estos soldados escritores eran los cronistas que hicieron sus relatos sin tener un almanaque ni un calendario a la vista. Entre ellos se destacan don Alonso de Ercilla, Góngora Marmolejo, Mariño de Loreva, González de Nájera, Manuel de Olivares y Pedro de Oña, entre otros. Ninguno de ellos dice cuándo don García fundó Cañete.
Todas las historias posteriores salieron de los datos entregados por estos hombres. La historia de Chile se escribe después del año 1800; casi trescientos años después. ¡Ah!, pero que torpe soy, se me quedaba un cronista, este se llama Gerónimo de Bibar (Vivar).
Seguramente lo olvidé porque sus escritos fueron publicados en Chile en 1966, según el manuscrito original, propiedad de The Newberry Library. De tal suerte, que la mayoría de los historiadores no supieron de ellos. Este cronista, aparte de las descripciones, dice que en pasar el Bío-Bío, el Gobernador tardó 6 días. Más adelante relata todo lo que tiene que ver con la fundación, reparto de suelo, designación de autoridades, etc., y luego dice: "Desde aquí envió Gerónimo de Villagra con 170 hombres por Teniente para que fuera a reedificar la ciudad de la Concepción y agrega, llegaron a la Concepción, Miércoles a 5 de Enero, otro día, Jueves, que fue día de los Bienaventurados Reyes".
Los dichos de este cronista se ven avalados por una carta que que me fuera obsequiada por el historiador cañetino don Félix Gajardo Maldonado, gran amigo, que en su estadía en España pudo rescatarla del archivo General de Salamanca. Con respecto a Cañete dice: "Y he entendido, que aunque todos estén en Paz, no sería bien si siempre nos tienen sobre sí, gente de guarnición. He poblado en medio de ellos una ciudad y tornado a poblar, reedificar la de la concibición que estaba despoblada desde el tiempo de la muerte de Gobernador Valdivia". Esta carta está fechada en Cañete de la Frontera a 1 de enero de 1558 y a mi juicio, constituye el acta de nacimiento de nuestra ciudad. Esta nota a su S.M., escrita con puño y letra del Gobernador, con su firma y sello característico de las autoridades de la época, son el más claro desmentís a quienes aceptan el 19 de enero como la fecha en que se funda nuestra ciudad.
Espero que estas notas sirvan a quienes se interesen por la investigación histórica; especialmente ahora, cuando en nuestra ciudad existe un proyecto de reconstrucción del Fuerte Tucapel, reconocido como monumento Histórico, que deberá apegarse a la verdad en sus anotaciones y recorridos en el proyectado Tour Histórico, como así mismo, estar expuesto al público antes de su inicio.
Sería ideal, que con este motivo se hicieran presente en Cañete Miembros de la Academia Chilena de la Historia, y representantes del Ministerio de Educación, pues la envergadura del proyecto así lo amerita. La historia es una sola, muchos pueden narrarla, mas nadie es dueño de ella. Los documentos la sitúan en el marco de la ciencia. El lugar que ocupó esta ciudad ha estado abandonado durante más de cuarenta años desde cuando, siendo Alcalde don Isidoro Valenzuela, propuso la construcción de un monolito en es lugar; en los años anteriores era frecuente que los niños de la Escuela de Hombres Nº1, con sus maestros, visitaran el lugar donde se realizaban algunos actos de conmemoración histórica cuando aún eran visibles sus restos.
Lo mismo ha ocurrido con los fosos mandados a construir por Cornelio Saavedra, para protección del actual Cañete. Desde antes de la construcción de la población Lanalhue, se solicitó a la autoridad cautelar esa reliquia histórica, más aún, se solicitó al concejo, se colocara a las calles de esa población, nombres que correspondieran a los actores en esta postrera fundación. Nada se hizo. No faltará quien lo descubra con el tiempo, aunque nosotros sepamos que siempre han estado ahí, tapados por la inopia de quienes nos representan.
Cañete, noviembre 12 de 1868
Señor Ministro:
Pongo en conocimiento de Uds. que con esta fecha he ocupado de un modo permanente este punto del territorio indígena, habiéndose dado principio a delinear una población a inmediaciones del Fuerte Tucapel y de las ruinas de la antigua ciudad de Cañete.
He preferido dar el nombre de "Cañete" a la nueva población y no el de Tucapel, por existir en el departamento de Rere otro pueblo con este nombre, lo que podría dar lugar a equivocaciones en la dirección de la correspondencia.
Atendiendo a los escasos recursos de que dispongo y al estado actual de inseguridad en la frontera, por la sublevación de las tribus indígenas, no he establecido la nueva población en su primitivo lugar, porque para ponerla a cubierto de cualquier amago del enemigo, había sido preciso emplear costosas obras de defensa y no tan rápidas en su ejecución.
La posición que he elegido salva estos inconvenientes y en pocos días de trabajos estarán a cubierto de cualquier ataque la guarnición y pobladores.
Lo digo a Uds. para su conocimiento
Dios guarde a Uds.
Cornelio Saavedra.