En memoria de un líder que marcó su comunidad y su tiempo con diálogo, sabiduría y acción. Don Alberto Huenupi Paineo, Longko de la comunidad Juanico Antinao, deja un legado de lucha constructiva, dignidad y esperanza para las futuras generaciones.
José Manuel Rebolledo conoció a don Alberto Huenupi Paineo en tiempos complejos, en medio de un conflicto por tierras que exigía diálogo y entendimiento. Él, como Longko de su comunidad, y José Manuel, como representante de una empresa forestal, lograron construir una amistad basada en el respeto mutuo; Don Alberto le abrió las puertas al mundo mapuche, permitiéndole comprender su cosmovisión, su lucha digna y su legado de sabiduría y humanidad.
Por todo lo anterior, recogemos del facebook personal, las palabras de J. Manuel Rebolledo que rinden homenaje póstumo a un tremendo líder mapuche.
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La madrugada de este viernes (7 de noviembre de 2025), Chaw Ngnechen llamó a mi gran amigo, don Alberto Huenupi Paineo. Nos conocimos en tiempos duros, en medio del conflicto por los predios Lautaro y Antiquina que la comunidad Juanico Antinao demandaba. Él, como Longko; yo, como representante de una empresa forestal. Pese a las diferencias, supimos encontrarnos en el diálogo, la revisión honesta de documentos y muchos trawün. Desde ahí nació una amistad entrañable que me abrió al mundo mapuche desde su oralidad viva. Con don Alberto aprendí la otra historia: la vivida desde el territorio, desde una comunidad que lucha por sus reivindicaciones de manera constructiva, para dignificar la vida y abrir esperanza, sobre todo a las y los jóvenes. Como autoridad, fue consecuente entre su palabra y su acción; luchó codo a codo con jóvenes y mayores y siempre estuvo disponible para conversar con autoridades e instituciones públicas y privadas. Don Alberto tenía sueños claros: ver a su gente —no solo su familia, a la que amaba profundamente, sino también su Comunidad Juanico Antinao de Antiquina— vivir con dignidad. Trabajó por ello cada día. Sembró y cosechó: hoy muchas familias cuentan con sus tierras en Lencanboldo, Lloncao y Ponotro, en Cañete, fruto de un camino recorrido junto a su amigo Don José Meñaco, los hermanos Alberto y José Luis Ñanco y tantos otros de esa época. Les mostró un camino con resultados. Espero y deseo que las y los jóvenes de su comunidad, y sus familias, sigan esa senda y sean capaces de sacar adelante a los suyos, siendo personas de bien, como lo es la hermosa familia que don Alberto formó junto a la Papai Margarita. Junto a él levantamos la ruka que tanto anhelaba. Fueron años de aprendizaje: largas horas de Nguillatún, ceremonias con autoridades ancestrales como la Machi Antonia Cayuan, conversaciones francas; años que me enseñaron a comprender el dolor de un despojo antiguo y, sobre todo, la dignidad con que su pueblo busca sanar. Le debo mucho: la puerta a la cosmovisión mapuche, el kimün (conocimiento) transmitido por su oralidad y su guía paciente, no siendo yo mapuche. Ese legado lo llevo con gratitud y respeto. Abrazo a la Señora Margarita Paine, a sus hijas e hijos, nietas y nietos. Chaw Ngnechen, el Gran Padre, lo ha llamado para seguir colaborando desde su nuevo lugar. Pewkayal, peñi Huenupi—nos volveremos a ver. Que descanse en paz. Chaltumay, Longko Wenupi. |
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