Aparece una nueva moda y de inmediato debemos adoptarla para que nos validen como personas, porque nos quieren hacer creer que de otro modo no somos nada. La invitación ya estaba hecha y las mujeres debíamos salir a las calles a marchar por la igualdad, paridad de género y erradicar la violencia.
Es cierto que hay muchas desigualdades entre hombre y mujer, que vienen de leyes arcaicas que necesitan ser modernizadas con urgencia, porque requieren profundas modificaciones, demandas que comparto plenamente, pero estas manifestaciones del modo en que se realizan no me representan, porque en ellas más que exigir por nuestra igualdad, se utilizan profusamente consignas en contra de los hombres, convirtiéndolos en víctimas de nuestra velada violencia.
Salimos tan adiestradas a las calles, que no alcanzamos a comprender lo que gritamos y tenemos tan obnubilada la mente, que olvidamos que en casa nos esperan padres, hermanos, esposos e hijos que son los hombres en contra de los que habíamos estado gritando durante el día por todas las calles de nuestro país.
Más que iguales, parece que quisiéramos ser superiores, porque hace harto rato que estamos agrediéndolos y aún no somos capaces de distinguir que estamos cometiendo con ellos la misma violencia que tanto rechazamos. La lucha por la igualdad y nuestra presencia en las marchas no significa que hemos adquirido el derecho para violentar al otro.
La violencia se erradica con el respeto mutuo. Tampoco nos hagamos las blancas y angelicales palomas, hay muchas mujeres que violentan a sus parejas, pero esta realidad va a ser siempre desconocida, porque para el hombre es más difícil reconocerlo y por vergüenza nunca va a denunciar estos hechos.
También, en estas marchas se aprovecha de manosear harto el tema de falta de oportunidades, pero algunas de ellas siempre han estado presentes. Yo, que ya soy jubilada, tuve la oportunidad de estudiar una carrera y desarrollarme como persona, porque mis padres siempre estuvieron presentes en mi crianza y se esforzaron cada día de sus vidas para que esto fuera posible y también hay que aportar con una tremenda cantidad de esfuerzo personal. No debemos esperar que las oportunidades nos caigan del cielo por el sólo hecho de ser mujer.
En el momento de las evaluaciones, surge una profunda preocupación por las serias discrepancias en el cálculo de asistentes que indica Carabineros y lo que mide la Coordinadora Feminista 8M. Participantes más o participantes menos, nadie se ha preocupado, del efecto en el desarrollo emocional de niñas pequeñas que participan de estos eventos, en que sus madres y abuelas las llevan para que aprendan desde chiquititas. ¿Qué es lo que aprenden?
'HAY MUCHAS DEUDAS POR LAS QUE SEGUIR LUCHANDO, PERO LA IGUALDAD SE CONSIGUE… COMENZANDO POR EL RESPETO'