Gabriel Yanine, un cañetino de corazón, con profundas raíces ya en nuestra comuna, nos envía su segunda columna, entusiasmado después de la buena acogida y gran nivel de lectura que tuvo la anterior. Esperamos que se sumen muchas más de esta saga que con gran originalidad la ha denominado "Lo Urbano y lo Divino".
Creo que el saludo simboliza, en nuestra cultura, una muestra de aprecio y reconocimiento hacia la persona que tenemos al frente de nuestros ojos. La podemos abrazar, si es mucho el afecto, quizás una sonrisa y estrechar nuestras manos en señal de amistad y de cariño. A veces, por circunstancias de la vida, suele ocurrir lo contrario, negamos el saludo a esa persona con quien tuvimos alguna diferencia y eso nos distancia y nos separa hasta que las asperezas desaparecen y volvemos a mirarnos a los ojos para volver al saludo de siempre, como tiene que ser.
Hay tres historias que tienen que ver con lo que estoy contando. La primera se remonta a la década de los setenta. Tiene relación con un grupo armado chileno de ultraizquierda que representaba la vía insurreccional al socialismo. Se formó en agosto de 1968.Era el famoso VOP (vanguardia organizada del pueblo). Durante el gobierno de Salvador Allende este grupo no abandonó la vía armada al socialismo. Participó en diferentes asaltos a Bancos y el 8 de junio de 1971 asesinó a balazos al ex ministro del interior del ex presidente Eduardo Frei Montalva; Edmundo Pérez Zujovic, como ajusticiamiento por la masacre de Puerto Montt en 1969, donde fueron asesinados por carabineros un grupo de pobladores que ocuparon un terreno ilegalmente.
Un integrante de esta organización recibió como misión asesinar al ex presidente Eduardo Frei Montalva. Su nombre Luis Pérez Azócar que también participó junto a tres compañeros en el asesinato de Pérez Zujovic.
Estuvo veinte años preso y ahora estaba dedicado a Dios siendo predicador evangélico. Entrevistado en un programa de TV en la década de los ochenta contaba su preparación para llevar a efecto el atentado al ex presidente Frei. Tenía solamente que acercarse a él y hacerse explotar, ya que su cuerpo estaba cubierto con cartuchos de dinamita. Solamente tenía que juntar los dos tacos de sus zapatos para que se produzca la explosión. Llegó el día señalado y se acercó a una distancia muy corta de su víctima, pero la sorpresa mayúscula para él fue cuando el ex presidente Frei lo ve ya, casi encima, y como buen político, le extiende la mano para saludarlo. Este gesto, cuenta él, lo desarmó y sorprendió totalmente que no fue capaz de activar la bomba que llevaba encima. Lo salvó el saludo de mano que le hizo el ex presidente Frei.
La segunda historia circula en las redes y resultó bastante difundida. Un obrero de una fábrica saludaba en la mañana al entrar a su trabajo al portero en forma religiosa y al salir en la tarde se despedía de igual forma. Era un rito que se repetía todos los días durante muchos años. Un día en la tarde ,el portero, echó de menos la despedida del obrero; se preocupó ya que en la mañana entró como todos los días. No se quedó tranquilo e ingresó a la fábrica para averiguar que pasó. Al ingresar sintió unos fuertes golpes en una cámara frigorífica; era él , su amigo, que había quedado encerrado en esa cámara. Le salvó la vida.
La tercera historia es personal y me ocurrió acá en Cañete. Me abrieron el auto y me robaron un bolso con todos mis documentos y otros artículos. Esto fue un día sábado y el día lunes aparecieron todos mis documentos. Los arrojaron hacia dentro de mi local comercial. La verdad nunca me imaginé recuperar mis documentos de esa manera. Pasó como un mes y me avisaron que fuera a retirar otras pertenencias que había recuperado carabineros y de paso me informaron que habían atrapado al ladronzuelo. No supe su nombre, pero si su alias "el cabeza de mundo”. Me olvidé del asunto, ya habían pasado como dos años, y andaba en Concepción, cuando un muchacho que andaba en un triciclo vendiendo gas me llamaba por mi apellido. Me acerqué e inmediatamente se presentó como el cabeza de mundo; no tardé mucho en recordar el episodio y le recriminé su accionar. Después de conversar y reírnos del hecho, le pregunté por qué me fue a devolver mis documentos al negocio. Lo que me respondió me dejó muy sorprendido, me dijo que lo había hecho porque yo cada vez que lo veía en la calle lo saludaba y le daba algunas monedas. No supe más de él. Ojalá no haya terminado mal mi amigo "el cabeza de mundo".