Martina López, investigadora de ESET Latinoamérica señala la necesidad de establecer una relación saludable con la tecnología para disfrutar de sus ventajas sin perder el control.
Estar desconectados de la tecnología parece casi imposible en estos tiempos de hiperconectividad. Los dispositivos se han convertido en herramientas indispensables para trabajar, acceder a información o mantenerse en contacto, además de ser una fuente de entretenimiento, especialmente para los más pequeños. Sin embargo, esta constante conexión puede generar un impacto en la salud física, mental y emocional si su uso no es equilibrado.
Según Statista, Chile se posiciona como uno de los países con mayor número de usuarios activos en plataformas digitales, alcanzando los 18 millones. El 70% de quienes utilizan redes sociales señala que lo hace principalmente para entretenerse y escapar de la rutina. Además, lidera en tiempo de uso diario, con un promedio de 3 horas y 39 minutos por persona.
Aunque la tecnología representa una oportunidad para el aprendizaje y mantener una comunicación cercana con amigos o familiares, existe un desafío latente en términos de bienestar y seguridad relacionado con el tipo de contenido que se consume, interacciones que se generan e incluso la información que se comparte en redes sociales.
“Como usuarios es importante reflexionar sobre el tiempo que se pasa frente a la pantalla y preguntarnos si: ¿es realmente necesario? o ¿Qué valor aporta en el día a día? Esto debe responder al concepto de tiempo bien invertido. No se trata de dejarse atrapar por las pantallas; sino tener claro el aporte real que nos brinda para aprovechar sus ventajas y mantener el control para cuidar de nosotros mismos y de nuestro entorno”, detalla López de ESET.
Niños y adolescentes son más vulnerables al uso de pantallas
A partir de la pandemia, el uso de dispositivos digitales se aceleró de manera exponencial. Tablets, celulares y computadoras se volvieron parte de la rutina de los niños y adolescentes, desplazando las horas de juego al aire libre, las reuniones con amigos y la interacción física. Este desbalance, sumado a la falta de control en el tiempo de uso y a la ausencia de acompañamiento adulto, expuso aún más a los menores a conductas que dificultan la desconexión digital.
En Chile, según el Consejo Nacional de Televisión (CNTV) entre los dispositivos más usados por los menores destaca el Smart TV (54%), seguido por los smartphones, cuyo uso es mayor en niñas (59%) que en niños (50%).
El uso desmedido de redes sociales y dispositivos digitales, tanto en niños como adolescentes, los exponen a formas de violencia digital como el grooming, cyberbullying y ciberacoso. Estas situaciones impactan directamente en su rendimiento académico, concentración, alteran el sueño y los hábitos de alimentación. Factores que pueden derivar en aislamiento social, depresión o ansiedad.
“Vivimos en un entorno digital en el que impedir el uso de Internet resulta utópico. Frente a esta realidad, la educación de niños, niñas y adolescentes en el uso responsable y seguro de la red se convierte en el punto de partida, siempre acompañada por la guía de los padres. Dentro del hogar, es fundamental establecer horarios para el uso de pantallas, crear espacios libres de dispositivos y fomentar actividades como el deporte, la lectura y la convivencia familiar. De esta manera, se contribuye a la formación de hábitos digitales saludables en los menores”, opina la investigadora de ESET.
La experta señala que para contrarrestar el impacto de la sobreexposición de pantallas, diversos países han comenzado a implementar medidas como restringir el uso de celulares durante el horario escolar o prohibir el acceso a redes sociales en menores de 16 años, como es el caso de Australia.
El pasado 2 de septiembre, el Senado chileno aprobó en general, con 48 votos, el proyecto de ley que prohíbe y regula el uso de los dispositivos digitales en las escuelas. Esta es una muestra más de cómo los Estados se preocupan cada vez más de la salud de los niños y adolescente, enfocándose en la salud física y mental.
Sin embargo, más allá de las regulaciones, destaca la importancia del acompañamiento de los padres, quienes pueden apoyarse en herramientas de control parental para establecer límites y supervisar de manera adecuada el contenido que consumen los menores.
Enfermedades generadas por el uso excesivo de pantallas
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) el uso prolongado de dispositivos tecnológicos genera patologías, tanto físicas como mentales; indistintamente de la edad.
Las consecuencias han evidenciado problemas como la tendinitis, ocasionado por permanecer en posturas inadecuadas durante mucho tiempo; el síndrome del túnel carpiano y tensiones en el músculo del cuello, hombro y espalda asociadas a la mala postura. Demasiadas horas frente a estos dispositivos también generan fatiga ocular, síndrome del ojo seco, visión borrosa; así como obesidad y sobrepeso como consecuencia del sedentarismo.
Las patologías psicológicas también tienen un origen en el uso no controlado de pantallas. Entre las más frecuentes se encuentran la ansiedad, irritabilidad y depresión; pero también existen condiciones que han surgido con la era digital, como el efecto Google, que genera esa dependencia de recurrir al Internet para recordar, la nomofobia o miedo a quedarse sin celular, hasta el síndrome de llamadas o vibración fantasma o el de FOMO, temor a quedarse desactualizado. Todas ellas reflejan cómo la tecnología está alterando nuestras emociones, relaciones con nuestro entorno y sentido de la realidad.
Los profesionales de la salud señalan que es posible prevenir las enfermedades y por ello recomiendan las pausas de 30 minutos para relajar la espalda, cuello y brazos; mantener una distancia adecuada respecto a la pantalla, implementar espacios con buena iluminación, mantener una postura recta y pegada al respaldo de la silla, pero sobre todo gestionar los tiempos de conexión a estos dispositivos.
“La tecnología se ha diseñado para mejorar y simplificar ciertas tareas; pero es importante ser conscientes de nuestros hábitos online y el tiempo que le estamos invirtiendo. En ese sentido, recurrir a pautas digitales, como apps o tecnologías que permitan tener mayor control sumadas a las pausas físicas, que van desde promover la vida al aire libre por sobre tiempo de pantallas, empezar y terminar el día sin utilizar el teléfono, permiten una mejor relación con la tecnología”, finaliza Martina López de ESET Latinoamérica.
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