En Concepción, entre luces cálidas y la efervescencia de una comunidad creativa que no descansa, tuvo lugar el cierre de Biobío Conecta, la sección de industria del Festival Internacional de Cine de Lebu.
Lo que se vivió no fue solo una ceremonia: fue una afirmación vibrante de que, desde el sur del mundo, el cortometraje tiene voz, futuro y ambición internacional. Con su edición 2025, este espacio confirmó que el talento latinoamericano no necesita mudarse de territorio para profesionalizarse: basta con tejer redes, sumar voluntades e invertir en procesos formativos reales.
Durante tres intensos días, realizadores y realizadoras provenientes de distintos puntos del país —y en diversas etapas de desarrollo creativo— participaron en laboratorios, asesorías, presentaciones y encuentros con expertos de la industria. El cierre de esta experiencia tuvo lugar en el auditorio de la Universidad San Sebastián, que generosamente acogió la ceremonia de premiación, brindando el entorno preciso para celebrar los logros de esta comunidad audiovisual.
Así, la clausura se transformó en una vitrina de excelencia, en la que se reconoció el trabajo meticuloso de quienes pasaron por las tres principales instancias de Biobío Conecta: LAB Cinelebu, WIP Cinelebu y Filma Biobío. Cada una de estas secciones respondió a un momento específico del proceso cinematográfico, acompañando a los proyectos desde la semilla del guion hasta el corte final.
El primer reconocimiento de la noche fue para Capriccia Barrios Donato, directora, y Constanza Quilapi Silva, productora, quienes se alzaron con el Premio Válvula Films LAB gracias a su proyecto “The Forbidden Ritual”. A través de una propuesta sólida y con proyección internacional, lograron destacar entre los equipos que participaron del LAB Cinelebu, una instancia pensada especialmente para proyectos en etapa temprana. Las ganadoras recibieron un paquete de servicios de postproducción —corrección de color y mezcla de sonido para un teaser o tráiler— valorizado en 2.200 dólares, cortesía de Válvula Films, que les permitirá dar forma profesional a su primer material promocional. Esta herramienta no solo potencia el proyecto de cara a futuras instancias de financiamiento, sino que confirma el valor de trabajar sobre el fondo narrativo antes de entrar en producción.
A continuación, fue el turno de la categoría WIP Cinelebu, dedicada a cortometrajes en etapa avanzada de montaje. En esta instancia, el trabajo de Valentina Reyes, directora de “Réplica”, fue distinguido con un triple galardón. El jurado —compuesto por figuras de renombre como Ari del Castillo, Edui Tijerina y Moisés Tuñón— decidió premiar su obra con un apoyo total que supera los 34.000 dólares. Este reconocimiento incluye la postproducción integral del cortometraje por parte de Chemistry, la distribución internacional a través de Festhome, y un estreno exclusivo en Cine Arte Alameda, el espacio más emblemático del cine independiente chileno. En palabras del jurado, este reconocimiento “no es solo un respaldo técnico, sino un pase directo al circuito internacional”, lo que posiciona a Reyes como una de las voces emergentes con mayor proyección en la escena audiovisual nacional.
Más adelante, la ceremonia dio paso a la premiación de Filma Biobío, una de las iniciativas más desafiantes y singulares del festival. Este espacio propone una experiencia límite: realizar un cortometraje completo —desde el guion hasta la edición— en apenas cinco días, utilizando locaciones naturales y urbanas de la Región del Biobío. El equipo conformado por Nivaldo Riffo, Evaristo Jarawi y Jean Alvarado logró destacar por la sensibilidad y solidez de su obra “Lebar”, mereciendo el premio de postproducción integral otorgado por Chemistry, valorado también en 30.000 dólares. Este apoyo no solo consagra el trabajo técnico y narrativo del grupo, sino que ratifica el valor de la creación audiovisual hecha desde y para el territorio, reafirmando la identidad del Biobío como semillero de historias con carácter.
Sin embargo, una de las mayores sorpresas de la noche fue la incorporación del Premio DINT-Provoz, una nueva distinción entregada por dos de las empresas líderes en doblaje profesional en Chile. Este reconocimiento, valorado en 7.000 dólares, se otorgó al cortometraje “Mateo”, dirigido por Francisco Arias, producido por Gonzalo Rodríguez y protagonizado por Johan Betancur. Más allá de su cuantía económica, el premio permite acceder a servicios de doblaje y sonido con estándares internacionales, elevando el valor final del producto audiovisual. Para Arias y su equipo, este reconocimiento representa una oportunidad concreta de internacionalización, abriendo puertas en el competitivo universo de la sonoridad profesional.
Mientras la ceremonia llegaba a su fin, el ambiente en la sala no era el de una premiación convencional. Había entusiasmo, sí, pero también una sensación de comunidad. Las y los participantes no solo celebraban los triunfos individuales, sino la consolidación de un ecosistema que, año a año, se vuelve más robusto y articulado. En este proceso, el rol de las instituciones colaboradoras ha sido fundamental. Universidades como la UNIACC, UDD, UDLA, UBB, UCSC, CEDUC y DUOC no solo abrieron sus espacios, sino que participaron activamente en la formación de públicos y en el acompañamiento técnico de los equipos. Del mismo modo, empresas como Chemistry, Festhome, Válvula Films y Cine Arte Alameda continúan siendo aliadas esenciales para que los cortometrajes no solo existan, sino que circulen y se profesionalicen.
Asimismo, la presencia de figuras internacionales como Edui Tijerina, guionista de la película Cantinflas; Ari del Castillo, de la casa postproductora Chemistry; Linda Olszewski, reconocida curadora de cortos para los Premios Oscar; y Moisés Tuñón, director de Festhome, no solo elevó el nivel de las asesorías, sino que confirmó que el sur de Chile puede dialogar de tú a tú con la industria global.
Así concluyó Biobío Conecta 2025: con historias por contar, proyectos en marcha y una comunidad reforzada. La ovación final no fue solo para quienes subieron al escenario, sino para lo que este espacio representa: una manera de hacer cine desde el sur, con calidad, con visión y, sobre todo, con identidad.
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