Tremendo relato el que nos entrega Francisco Flores donde desclasifica una historia, que si bien es muy personal, describe la realidad cañetina de la década de los 70, con nombres y apellidos reales de la mayoría de los muy conocidos protagonistas.
El propósito de este relato es contar y aclarar los hechos tal como sucedieron en un desgraciado acontecimiento que NUNCA debió pasar, pero muchas veces las personas cometen imprudencias y no miden las consecuencias de lo que podría ocurrir.
Era un sábado 03 de mayo de 1976 pasadas las 15 horas y era un día como tantos otros cuando voy caminando a mi trabajo por calle Villagrán justo en la ubicación de Tienda y Almacén "La Estrella" de propiedad de la señora Estrella Jana sin previo aviso me encontré con mi polola de quién omitiré el nombre; con quien nos acercamos a la sombra del muro de la construcción para conversar un momento.
De reojo, sin querer veo que vienen caminando en dirección sur por la misma acera Don Juan Quilamán, dependiente de Tienda y Almacén "Diego Portales" de Don Sady Pincheira ubicada en calle Saavedra con calle Videla , acompañado de Bernardo Almendras, dependiente de Tienda y Almacén "La Universal" de propiedad de Don José Carrillo ubicada frente a la anterior.
Al momento de pasar junto a nosotros Don Juan Quilamán miró a mi polola y le dice: Mijita, ¿por qué no va a c....r conmigo mejor? y continuaron su caminata riendo a carcajadas por la "hazaña".
Bastante molesto por el disparate que habló de Don Juan le dije; ¿por qué no te ríes de tu abuela mejor? y al instante este hombre regresó agarrándome de la pechera de la camisa la que rompió y comenzó a zarandearme de forma muy violenta al tiempo que me decía: " la abuela se respeta, tal por cual" ---a lo que repliqué: y acaso ella no merece respeto, imbécil.
Don Juan quiso pegarme a lo que respondí con dos puñetazos en su nariz y boca que reventaron en sangre y cayó al cemento de la acera.
Como es natural y corresponde, su amigo vino en su defensa y quiso envolverme con una mantilla que llevaba puesta pero en la maniobra resbaló en los peldaños que existen en ese lugar entre la calzada y acera yéndose de espaldas y cayendo a cuerpo muerto al centro de la calzada azotando su cabeza en el cemento de forma tan violenta que quedó tendido inconsciente.
Don Juan Quilamán hizo lo que no debe hombre alguno hacer en estas circunstancias, se levantó y se fue corriendo dejando a su amigo abandonado en medio de la calzada mientras salía el personal de Frutería "El Vergel" liderados por un señor Thompson quienes detuvieron una camioneta que pasaba por el lugar para llevar a Almendras al Hospital, el señor Thompson le dijo a unas personas que me detuvieran lo que no permití y al mismo tiempo que le ordené a mi polola que se fuera yo me fui a mi casa.
Una vez en mi casa sigilosamente me saqué la camisa manchada con sangre de Quilamán, me lavé un poco y salí nuevamente.
En la Plaza Caupolicán busqué un lugar y me senté a pensar en lo que había pasado y sin saber que hacer me dirigí hasta el Barrio Leiva.
Mientras tanto mi mamá que notó todo muy extraño comenzó a buscar por la casa hasta que encontró la camisa.
Llegué hasta la casa de la familia Mora- Ulloa en donde conversé lo que había pasado y don Benedicto me dice: " está complicada la cosa porque no se sabe que va a pasar".
Por la noche había un baile en la Plaza Caupolicán hasta donde llegué con mi polola y estando allí un amigo que vino a buscarme me dice: "relájate, el hombre se recuperó y está bien"
El lunes 5 de mayo Don Luis Gerardo Rivas Leal me avisó que Bernardo Almendras había fallecido razón por la que dirigí hasta la Comisaría de Cañete que estaba ubicada al final de la calle Saavedra y allí el Teniente de apellido Fredes ordenó ir a "buscar al otro".
Carabineros hizo las averiguaciones y era una falsa alarma; estaba vivo en Concepción. ¿por qué allí?
Cuando Almendras fue llevado hasta el Hospital de Cañete al recuperar la conciencia el médico de turno le informó que tenía un Tec cerrado y por lo mismo tenía un coágulo que debían extraer porque si no lo hacían tendría consecuencias graves.
Durante horas de la noche este hombre, Almendras; tomó su ropa y se escabulló hasta su casa desde donde en horas de la madrugada debieron llevarlo nuevamente al Hospital y fue derivado a Concepción porque estaba muy grave. Allí se estaba recuperando cuando se corrió la voz que había fallecido lo que no era verdad.
---A todo esto ya es miércoles de la semana siguiente y me encuentro con Juanito Gutiérrez como a las 11 de la mañana en la Plaza de Cañete quién me informa con absoluta certeza que había fallecido ignorando las razones de aquello.
Dirigí mis pasos nuevamente hasta Barrio Leiva a la casa de la familia Mora -Ulloa y allí Don Benedicto me aconseja que si acudo a Carabineros me tendrán en un calabozo hasta el lunes y lo mejor es que me vaya a Cayucupil donde mi familia y regrese el domingo a su casa y desde allí mi mamá me lleve hasta la Comisaría.
A la mañana siguiente tuve tan mala suerte que no alcancé la micro por lo que me fui caminando y al pasar por el sector de La Curva había dos hombres en la garita de Parada que no miré, pero ellos me miraron mucho.
Llegué como a las 3 de la tarde hasta la casa de mi abuela Aida Olave en el sector El Porvenir.
Allí como no tenía noticias ni contacto con nadie comencé a inquietarme tanto que no daba más de nervios porque no sabía lo que estaba pasando en Cañete que era un hervidero de rumores donde cada uno daba su versión de los hechos pero ninguno se acercaba a la verdad.
El sábado no soporté mas la incertidumbre y le informé a mi abuela que me marchaba; ella me preparó un bolsito con "manchi" y me vine caminando hasta Cañete.
En Butamalal Bajo pasé a la casa de Don Rubén Neira a descansar un poco y la señora me comentó que el furgón de Carabineros andaba todos los días por allí como buscando algo; "algo pasó en Cañete me dijo" --- yo guardé silencio.
Al pasar en retorno por el sector de La Curva nuevamente estaban aquellos hombres allí. Después supe que eran hermanos de Bernardo Almendras.
Como a las 5 de la tarde en el plano del Avellanal me encontré con Artemio Fernández que había venido a vender a carbón y traía un mensaje de mi papá que me viniera porque los Carabineros estaban de punto fijo afuera de la casa.
Nos despedimos con Artemio y en eso pasó en retorno la micro desde Cayucupil , yo seguí caminando y en la primera curva pasado Los Portones de Clarisa a orillas del fundo Anique escucho el ruido de un vehículo que va a toda velocidad hacia Cayucupil, arrojé el bolsito que traía por encima de las zarzamoras y me escabullí por entremedio de ellas...era el furgón de Carabineros.
En vista de las circunstancias me fui por el fundo Anique en diagonal hacia el sector de Leiva; llegué hasta un alto frente a Reposo y desde allí vi pasar el furgón hasta el entrada del camino a Reputo y como unos 20 minutos después regresaron y se fueron a Cañete.
Yo esperé que anocheciera y llegué hasta la casa de la familia Mora quienes me acogieron y escondieron en una pieza interior.
Al día siguiente la señora Laura (QEPD) fue a buscar a mi mamá y nos pusimos de acuerdo para que el día lunes me llevara hasta Carabineros.
Una vez en Carabineros me pusieron en un calabozo a la espera de instrucciones desde el Juzgado de Cañete; allí recibí buen trato, en especial del Cabo Guevara.
El día martes nos llevaron hasta el Tribunal a Juan Quilamán y a mí y desde allí fuimos ingresados a la Cárcel Pública en calidad de detenidos.
A los tres días Juan Quilamán se fue y yo seguí allí hasta que su cumplió el plazo de cinco días y me comunicaron que era declarado reo por cuasi delito de homicidio.
Mi hermano hizo una carta para el Colegio de Abogados de Concepción desde donde me asignaron a un señor que no recuerdo ni su nombre ni su rostro porque nunca lo vi, luego supe que el hombre no se movía de su escritorio.
Tres meses llevaba detenido en calidad de inculpado de algo que no era mi culpa ni responsabilidad cuando comunicaron que el sábado vendrían del Tribunal y era la oportunidad para el que quisiera hacer alguna consulta respecto de su causa; está demás decir que me inscribí para ello.
La consulta que hice fue "como hacer para pedir la libertad bajo fianza" y una vez obtenida la respuesta mi mamá comenzó a realizar los trámites.
Me imagino que mas de alguien se preguntará por qué yo estaba allí; y la respuesta es simple, en ese tiempo había dos mayorías de edad; yo era mayor para una cosas y menor para otras y en este caso en particular era menor de edad pero no se aplicó.
Años atrás durante el Gobierno de Salvador Allende se tramitó una ley en el Congreso para conceder derecho a voto a los jóvenes de 18 años para las elecciones parlamentarias de 1972 y eso era en beneficio directo de los jóvenes proclives al gobierno.
Entonces dadas las circunstancias existían en ese momento 2 mayorías de edad, a los 18 años podías votar y elegir gobernantes pero para asuntos penales, casarse y otros estaba vigente la mayoría de edad de 21 años. A mi me aplicaron la mayoría de edad para causas penales a los 18 años , lo que ahora veo que fue arbitrario e ilegal.
Con el tiempo el gobierno de turno corrigió aquello dejando la mayoría de edad para todo evento a los 18 años.
Me otorgaron la libertad bajo fianza gracias a un escrito que me hizo Don Luis Paredes un reo que estaba autorizado por el Tribunal para ello y luego las actuarias del Juzgado me aconsejaron que tenía que ir hasta el despacho del abogado designado por el Colegio y "tocarle la retirada" porque a futuro sería una traba para mi eventual defensa.
Sin nadie que me asesorara en la causa traté de hacer mi vida lo mas normal posible, salvo los malos ratos en la calle porque algunas personas me gritaban "asesino"
En vista de aquello me refugié en la Reserva Lanalhue en el sector de Tranguilboro en casa de unos amigos donde trabajé en faenas forestales.
Hasta que un día llegó hasta el aserradero donde trabajaba el profesor Don Aquiles Fuentes con su camión a mover una madera y entre sus operarios iba Manuel Ulloa antiguo compañero de correrías en los bailes de Cañete; con él le envié un mensaje a mi mamá de que yo estaba bien.
Algunos días después regresaron y Manuel traía un mensaje que debía viajar urgente porque el abogado Cigarroa necesitaba hablar conmigo...viajé en el mismo camión hasta Cañete.
Me acerqué hasta la casa del Señor Cigarroa que era profesor de Filosofía en el Liceo de Cañete y al mismo tiempo había estudiado leyes y de casualidad ese mes estando de turno lo que se llama en el sistema penal "de escritorio" le había caído mi expediente con la acusación del Tribunal, entonces a él le correspondió elaborar el escrito de defensa. Su esposa leyó el escrito.
Conversamos un rato y me fui.
Luego de aquello pasó como un año y yo estaba nuevamente trabajando en la emisora cuando una persona del Juzgado llegó a buscarme...Tito Muñoz que estaba a mi lado me dijo "te llegó".
Allí me atendió la Señora Marta Vergara quién me comunica que luego de la investigación hecha por Carabineros, el informe médico que había sido primordial y las declaraciones de varios testigos el Juez Sr Campos dictaba en 1ra Instancia mi absolución por falta de méritos y que esa decisión iba a la Corte en Concepción para su ratificación.
La verdad, yo soy malo para trámites así me olvidé del asunto por 10 años hasta que aprendí a conducir y cuando quise obtener licencia para ello me encontré con que mi causa estaba pendiente.
Viajé a Cañete y comenzó un peregrinar en el Juzgado de Cañete porque nadie sabía nada y mi expediente no aparecía, hasta que una persona me dijo "habla con fulana y ofrécele una propina y va a aparecer"...así lo hice, hablé con la persona le ofrecí lo que yo podía pagarle y en 2 horas apareció el expediente.
Nuevamente me encontré con la Señora Marta Vergara que ya no era Actuario sino Prefecto pero como conocía mi causa me atendió y me dijo que el expediente NUNCA había ido a Concepción.
Hicimos el papeleo correspondiente, el expediente fue a Concepción y al cabo de 8 días regresó con la confirmación de lo dictado por el Juez Campos, o sea mi absolución total por falta de méritos en la causa de algo que nunca, nunca tuve la intención ni deseo que sucediera; ni debió suceder, pero todo fue culpa de Don Juan Quilamán que se las dio de bacán y cometió una enorme falta de respeto hacia un par de jóvenes que nada le hicieron.
Pude obtener mi licencia de conducir y comenzar una nueva vida.
La imagen de contexto (gentileza AracoTV) es del lugar exacto donde empezó la amarga historia de Francisco, lo más cercana de cuando sucedió