Llegando a sus etapas finales está el componente de capacitación considerado en el proyecto FIC 'Instalación de Mercados Patrimoniales en Biobío', que busca hacer más competitivas a artesanas y artesanos que conforman la Red de Artesanía Patrimonial del Biobío, proyecto financiado por el Gobierno Regional del Biobío.
Con tremendo empuje y motivación cerca de 20 artesanas y artesanos de distintas organizaciones y provincias participaron en la doceava jornada de capacitación que es parte del proyecto ejecutado por la carrera de Antropología de la Universidad de Concepción en colaboración con la Escuela de Diseño Industrial de la Universidad del Biobío. Este proyecto tiene como objetivo, mejorar las condiciones económicas de artesanas y artesanos vinculados a la Red de Artesanía Patrimonial de la región del Biobío, potenciando sus habilidades y capacidades organizacionales, así como la entrega de estrategias y conocimientos fundamentales en ventas que buscan elevar la calidad, diseño y posicionamiento competitivo de sus creaciones artesanales.
A través de cuatro talleres, -innovación en la artesanía patrimonial, diseño innovador aplicado al producto patrimonial, mejoramiento de la calidad del producto patrimonial innovado y estrategias de diferenciación del producto patrimonial innovado-, los asistentes comprendieron el trabajo de diseñar la artesanía antes de su realización, así como el relato de su marca y producto patrimonial.
Pia Lindemann Varoli, directora de la Escuela de Diseño Industrial de la Universidad del Biobío y relatora de los talleres explicó que “ellos eligieron un objeto que pueda ser mejorado y estamos desarrollando los talleres de innovación en su segunda etapa para lograr la diferenciación en el diseño de los objetos propuestos por los artesanos. Por ejemplo, en el caso de las Bordadoras de Copiulemu, que es un objeto decorativo, es un bordado que representa alguna expresión del campo, pero ¿de qué manera podríamos generar una mayor utilización en distintos productos?, porque no es solo para enmarcar, podríamos llevarlos a objetos como parches para la ropa, customizar algunos objetos y poner en valor de manera distinta para mejorar la venta del producto para hacerlo más competitivo y es poder imbricar y colaborar. Por ejemplo, entre la cerámica de la Quebrada de las Ulloa y las tejedoras de coirón para generar una imbricación de materiales para un nuevo producto, la idea es generar esas luces en ellos y que la colaboración surja como una fortaleza”.
La artesana Elizabeth Cuevas participó representando al Comité de Fieltro y Lana Tanahuillín de Santa Juana, quien señaló “me encantó la capacitación porque esa es la idea de que uno empiece a hacer las cosas, pero no sabe cómo complementar el diseño, los colores o cómo va una pieza con la otra. Me pasó que yo traía un pesebre en una base de tablita y la profe me dice que es mejor sin tabla, yo vengo a representar a una agrupación, pero a mí en lo personal, me encantó, porque esa idea, es lo mismo que había hecho pero mirándolo desde otro lado, así que me encantó, me voy feliz de enseñarle a mis compañeras que desde lo sencillo podemos hacer maravillas.”
Participaron en los talleres del proyecto representantes de organizaciones de artesanas de toda la región como la Rayen Vogue de Cañete, el Comité de Fieltro y Lana Tanahuillín de Santa Juana, las orfebres Encanto Secreto de Rere, las alfareras de la Quebrada de Las Ulloa, las coironistas de Hualqui y Talcahuano, las Bordadoras de Copiulemu, Lucinda Carilao de artesanías Peuma en fibra vegetal de Lebu, así como Gloria Maribur de Huentelolén en Cañete y el artesano en mimbre Mauricio Calderón.
Natalie Devenin Vega, académica de la Universidad del Biobío y relatora en los talleres explicó que “hay harta motivación y compromiso, nos comentaban que quedaron muy motivadas con la primera sesión que fue sobre innovación de producto, entonces pasamos por una metodología de diseño, donde dibujaron y reflexionaron sobre el producto antes de hacerlo. Ellas dominan tanto la técnica que llegan y hacen el producto, pero aquí pasaron por una etapa inversa de reflexión y diseño, y se dieron cuenta de que llegaron a cosas distintas a lo que hacen habitualmente. También están trabajando algunas en equipo, se están fusionando algunas competencias y materialidades, se ven hartas ganas de avanzar en innovación de sus conocimientos y lo que pueden llegar a ofrecer.”
Maritza Tapia es presidenta de las Bordadoras de Copiulemu, organización que cumplió 50 años de existencia este 2024, quien contó que los talleres estuvieron “un poquito difícil, pero ya traje lo mío, el relleno ya no lo voy a hacer como lo hago siempre que es lineal, lo voy a hacer hacia arriba y lo otro es que voy a darle volumen a las piezas de animales y pajaritos. Lo de nosotros es de tantos años, lo tradicional del campo, eso no cambiará.”
“Hay historias detrás muy valiosas desde un origen, del patrimonio histórico, trabajo que se realiza de generación en generación, hemos estado trabajando en que empiecen a desarrollar sus relatos, detecten cuáles son los puntos más importantes para comunicar y así, haciendo este ejercicio se dan cuenta de muchas cosas que si es importante que las personas sepan, porque cambia la percepción sobre el producto y se abren a una mayor disposición de compra porque entienden el trabajo que hay detrás, a qué tipo de comunidades están apoyando o si hay un propósito de sustentabilidad, tantos factores que al transmitirlo a otras personas, el producto cobra otro sentido”, indicó Natalie Devenin.
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