La protección y el bienestar animal, es una lucha invisible de sólo algunos, que no cuenta con un apoyo transversal de quienes toman decisiones, asumiéndose como un problema de salud, de seguridad pública y de pérdida de la biodiversidad, que requiere una atención urgente y real.
Por: Dra. Ana Araneda Gómez - Consejera Regional
Nos alegramos mucho el año 2019, cuando entro en vigencia la Ley Cholito (Ley de tenencia responsable de mascotas y animales de compañía), estableciendo una serie de obligaciones que una persona contrae cuando decide aceptar y mantener una mascota y que también da fuerza y sanción al maltrato animal en todas sus formas.
Sin embargo, ley que hasta el día de hoy, no ha podido dar conformidad con los más de 4 millones de perros y gatos abandonados en la calle, de acuerdo a la SUBDERE (Subsecretaria De Desarrollo Regional y Administrativo) en el año 2022.
¿Será responsable el Estado?, que baja a través de la SUBDERE, entregando escasos recursos para la tenencia responsable de mascotas hacia los municipios, cuya inyección de dinero en el año 2018 fue de aproximadamente 5 mil millones y progresivamente su inversión se redujo a mil millones en el año 2021, sin embargo, el Estado y los municipios son parcialmente responsables, porque este compromiso es de los dueños y/o cuidadores, aquellos dueños irresponsables, dueños con falta de conocimientos, dueños con nula empatía.
En esa empatía que tenemos los “doglovers”, sufrimos ver y enterarnos que la maldad hacia los peludos sin voz, que viven en la calle con el abuso y desprecio y que son socorridos por grupos de personas voluntarias, llamados “animalistas” que hacen el trabajo del Estado y del municipio, con sólo los recursos que entregan aquellas personas también doglovers.
Si los animales en situación de calles, perros y gatos tuvieran voz y voto, estoy segura que habrían políticas públicas fortalecidas, ordenanzas municipales activas y sobre todo recursos como lo es para otras contingencias, donde si está el derecho a sufragar.
El mejor amigo del hombre en su silencio, en sus ojitos, en su piel y huesos desnutridos, ruega voluntad y esfuerzos de quienes deciden administrar ciudades y regiones.
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