El mensaje para la sociedad es claro, NO es grave provocar un incendio, en Chile NO tiene costo destrozar vidas y provocar daños cuantiosos por medio del fuego.
Los incendios que hoy afectan a las regiones de Ñuble, Biobío y La Araucanía (extendiéndose al Maule y Los Ríos), tienen y tendrán consecuencias que hoy son difíciles de dimensionar en medio de la emergencia. Una primera sinopsis la hizo la ministra del Interior y Seguridad Pública, Carolina Toha, quien este lunes señaló que “en cinco días hemos tenido una superficie quemada equivalente a dos años de incendios”. Realidad que se endurece cuando humanizamos dichas cifras, recordando las 27 víctimas fatales, los cerca de 4 mil damnificados, los más de 1.200 hogares destruidos, así como las cientos o miles de fuentes de ingreso y trabajo para innumerables compatriotas.
Las mermas sociales crecen mientras se lee esta columna y se vuelven realmente incuantificables.
En medio de este triste escenario, merecedor de la más alta empatía y respeto por los afectados, han surgido voces inescrupulosas que buscan aprovecharse y atraer agua a su molino. Hablamos de aquellos que han culpado día tras día al sector forestal del fuego que azota al país, como si cada árbol consumido en esta tragedia no fuese una víctima más, sino que un victimario a condenar.
Las incongruencias son brutales. Los incendios que a esta hora llevan arrasado el equivalente a más de 4.000 Estadios Nacionales, no son fenómenos naturales, no son terremotos, ni tormentas, avalanchas o tsunamis, no son fenómenos entregados a la voluntad de la naturaleza, son siniestros con causa humana, ya sea por intención de provocarlos, o por negligencia.
Ni el árbol, ni el cambio climático encienden el fuego, lo hacen personas que en nuestro país difícilmente enfrentan consecuencias por sus actos. No hay que hacer un gran esfuerzo para recordar los eventos de 2017, cuando incendios que azotaron al centro sur del país dejaron un saldo de 11 muertos, más de 3 mil afectados y 467 mil hectáreas consumidas. Según Fiscalía fueron 101 los formalizados, lográndose la condena de 21 personas. De aquellos, ningún condenado hoy cumple su pena en la cárcel. Cuando hablamos de incendios en Chile, reinan las causas sobreseídas, las suspensiones condicionales, los acuerdos indemnizatorios y las penas sustitutivas.
El mensaje para la sociedad es claro, no es grave provocar un incendio, en Chile no tiene costo destrozar vidas y provocar daños cuantiosos por medio del fuego.
Este sábado fueron detenidos en Los Ángeles tres individuos que portaban un bidón de combustible en el fundo Cerro Curamávida, en plena zona de catástrofe; individuos que huyeron tras la llegada de Carabineros, que logró alcanzarlos y detenerlos. El domingo, menos de 24 horas después, fueron dejados en libertad tras declarar que su intención era hacer un asado. El Juzgado de Garantía de Los Ángeles decretó firma quincenal, arraigo nacional y prohibición de acercarse al fundo. Este martes, Carabineros cifra en 15 los detenidos por incendios forestales: Solo 4 serán formalizados.
Por eso, es que no importa cuánto recursos sigamos sumando entre los esfuerzos privados y públicos, que año tras año hablan de más cuadrillas, aeronaves y prevención, porque lamentablemente no existen cuidados capaces de vencer la maldad o el descuido criminal, de quienes advertidos por las leyes y la experiencia, siguen encendiendo fuegos en lugares de difícil acceso, en focos múltiples, dividiendo recursos, imposibilitando las acciones de mitigación. Los recursos que existen hoy son suficientes para controlar incendios causados por negligencias, previsibles por estudios estadísticos de riesgo, permitiendo elaborar estrategias. Sin embargo, nunca estaremos preparados para verdaderos ataques, pensados para provocar el máximo daño, en consideración de horarios, topografía, condiciones climáticas y otros aspectos esenciales.
Lamentablemente en Chile, quien quema no es visto como el victimario causante del destrozo de vidas y del medio ambiente, por el contrario, ese papel se le asigna a los árboles y bosques. Triste y alarmante realidad.
Si queremos realmente mejorar y reducir todas estas cifras catastróficas en los próximos años, pedimos que la conversación deje fuera los lugares comunes y los prejuicios, que por años no han aportado al debate real de la prevención. Si el Estado busca efectividad, y a un menor costo, debemos discutir seriamente el despliegue territorial preventivo en territorio rural, al menos en las comunas de mayor ocurrencia, realizando patrullajes y controles básicos que permitan identificar acciones sospechosas y el porte de elementos comúnmente utilizados en estos delitos. Control que las comunidades rurales verían con buenos ojos para sentirse más seguros..
No vale la pena siquiera destinar palabras en esta columna a la brutal ignorancia que pesa sobre el funcionamiento de los seguros, a la condición puramente regulatoria -y no de fomento- que tiene el decreto 701 hace más de una década, a los esfuerzos de privados que muchas veces superan al Estado, y a otras odiosidades que han proliferado durante estos días como aprovechamiento de la desgracia. No es momento de ganar una pelea que merece discusión seria, bajo la evidencia científica, como es que en Chile no existen incendios naturales, alguien es culpable de su inicio.
Aportemos, eso es lo que espera nuestro país.
Gentileza del texto:
Directorio de la Sociedad Nacional Forestal
La Sociedad Nacional Forestal (SNF) es una asociación gremial chilena que reúne a silvicultores; representantes del mundo agroforestal; académicos; investigadores, consultores, profesionales y emprendedores del sector silvoagropecuario. Nuestra asociación fue creada el año 2020 en la ciudad de Concepción y hoy nuestros socios se distribuyen desde la Región de O’Higgins hasta la Región de Los Lagos. Actualmente, su Presidente es Emilio Uribe Coloma, de quien se acompaña fotografía.
Fotos:
Imágenes de vecinos de Santa Juana
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