Tulio Triviño se dirige a la cámara con seriedad y afirma: “Esta es la presentación de 31 Minutos en Washington, que es exactamente el tiempo que expiran nuestras visas de trabajo”. Así, con un toque de humor inicia el concierto, transformando el pequeño escritorio de NPR en un tributo al ingenio chileno durante veinte minutos.
Sin embargo, la broma es solo la punta del iceberg: se cuenta la historia de un equipo que ha demostrado que, con el respaldo adecuado y el reconocimiento necesario, un talento nacional puede brillar en cualquier escenario global. Lo que ocurrió en el Tiny Desk no fue simplemente un homenaje al pasado, Fue la confirmación de que 31 Minutos no envejece, se reinventa
Con un formato de primer plano y cámaras cercanas, el set estaba cuidadosamente adornado con micrófonos, instrumentos, marionetas y más, todo dispuesto de manera ordenada. Este equipo logró condensar dos décadas de creatividad en una actuación que trascendió fronteras. Cada canción, cada pausa y cada mirada cómplice fueron gestos meticulosamente calculados: una mezcla equilibrada de humor, música y ternura. Aunque el espectáculo se presentó en un espacio reducido, conservó la grandeza de su lenguaje televisivo.
El reconocimiento va más allá del resultado final; es un reflejo de lo que representa. Detrás de esos personajes se encuentran diseñadores, archivistas, guionistas, músicos, ingenieros de sonido y titiriteros que, durante veinte años, han demostrado que la producción audiovisual chilena puede ser compleja, sofisticada y hasta exportable. "31 Minutos" lo ha conseguido gracias a su dedicación, creando una identidad que puede viajar sin perder su esencia.
Según cifras de la UNESCO en el año 2022 las industrias creativas representan el 6.2% del empleo global y aportan un 3.1% al PIB mundial. Las Naciones Unidas, por su parte, reconocen la creatividad como un motor esencial para el desarrollo sostenible (En otras palabras, invertir en creatividad no es un lujo, sino una estrategia inteligente. Es apostar por una industria que entretiene, educa, inspira y proyecta identidad.
La actuación de "31 Minutos" en el Tiny Desk debería invitarnos a reflexionar. Fue más que un evento televisivo o una curiosidad internacional; fue la demostración de lo que puede surgir cuando se unen talento, habilidad y confianza. Porque detrás de la risa hay una lección seria: la creatividad chilena está a la altura de las mejores, solo necesita un escenario adecuado para mostrar su potencial.
31 Minutos no fue a probar suerte. Fue a mostrar lo que sabe hacer: mezclar humor con humanidad, arte con oficio, ironía con afecto. Y en ese pequeño escritorio, lo volvió a lograr. No necesitó un estadio, porque ya sabía cómo llenar el mundo desde su propio escenario.
Autor: Roberto Miranda, académico Animación Digital USS
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