Nuestro coteráneo Mario Galvani Aravena, seguramente vibró con el campeonato obtenido por Cobresal, él vivió los años de glora de ese club en El Salvador e incluso como comentarista deportivo de una radio local le puso un apodo al mismísimo Iván Zamorano. Ahora, alejado de la radio nos comenta sobre esta hazaña de Cobresal.
Meritorio y con un alto grado de hazaña, lo conseguido por Cobresal al titularse Campeón del Torneo de Apertura de la Primera División del Futbol Profesional.
Ser Campeón de la división de honor de nuestro futbol, luego de pelear tres años consecutivos el descenso y estar a punto de desaparecer por la inestable situación de la división El Salvador de Codelco Chile, no es cosa menor.
Si el campeonato se hubiera logrado hace 20 años, estoy seguro que no habría tenido la repercusión mediática que ha tenido ahora. Seguramente los analistas y la opinión de los peloteros lo habrían considerado algo más acorde al momento institucional que vivía el club en aquella época, con un importante respaldo económico por parte de la empresa cuprífera y por ende con inmejorables condiciones para trabajar y cumplir con las exigencias del futbol profesional, lo que pude comprobar personalmente durante los diez años de mi permanencia en esa localidad.
En esta ocasión la realidad es diametralmente opuesta, Codelco ya no entrega el no despreciable aporte económico, no van más de 500 personas de promedio al estadio El Cobre y mas encima con una tragedia natural que dejó el norte convertido en un lodazal. Me parece que al margen de los atributos futbolísticos que por cierto los tiene este equipo dirigido por el técnico argentino Dalcio Giovagnoli, lo que más llama la atención, son todos los imponderables de distinta especie que rodeó la obtención de este histórico logro deportivo. Sus futbolistas no ganan grandes sueldos y no cuentan con todas las comodidades que poseen otros clubes nacionales, los cuales gozan de grandes centros de entrenamiento y un gran operativo logístico de apoyo.
Vivir ahora en estos tiempos en El Salvador es realmente difícil desde el punto de vista social y humano, la distancia y el aislamiento que existe con lo mundano y cotidiano hace que la estadía se transforme en una rutina tediosa, que el paso de los años lo convierte en un enorme sacrificio. Quizás por eso es que resulta paradojal que el logro que se buscó por años cuando la bonanza del cobre inundaba el campamento y a sus habitantes, se haya logrado cuando la austeridad y la inestable situación del club, producto de la falta del apoyo de la empresa más grande e importante de Chile, haya obligado a replantear la posibilidad de continuar en el futbol profesional.
El principal mérito de este grupo de futbolistas, es haberle ganado a esta adversidad, sumado a las consecuencias del fenómeno climático, que de manera implacable provoco muerte, destrucción y aislamiento. Es justamente esto último, lo que hace que este Título tenga un alto grado de sentimentalismo contagioso que invita a sumarse a la alegría de sus hinchas por haber obtenido por primera vez en su historia un Título en la Primera división.
Inevitable resulta no acordarse de aquellos mineros que por allá por el año 79 fueron sacados de la mina para formar el primer plantel que tuvo Cobresal al momento de su fundación. Muchos de ellos integraron el equipo que debutó en el profesionalismo en el torneo de segunda división el año 80, entre los cuales estaban Ávila, Varas, Molina, Maluenda, Osorio, Rodriguez, Nuñez, López ,Palta , dirigidos por Don Oscar Andrade Q.E.P.D.
Como no acordarse de aquel equipo que peleó el titulo hasta el final del año 86 curiosamente con la Universidad Católica, esa vez quedando relegado al segundo lugar lo que le permitió participar en Copa Libertadores.
Imposible olvidar aquel equipazo que le ganó a Colo Colo la final de la Copa Chile, Copa Polla Gol en ese entonces , triunfo de 2 a 0 en el Estadio regional de Antofagasta el año 87. Ahí estaba el tridente goleador integrado por Salgado, Zamorano y Martínez.
Todo el reconocimiento para ellos simbolizado en el guerrillero Manuel Rodríguez Araneda, artífice de ese Cobresal que se ganó un nombre en el futbol profesional chileno.
No cabe duda que lo conseguido por este plantel de Giovagnoli supera y eclipsa todo lo anterior, pero en cada época descrita hubo triunfos y alegrías que permanecen en la memoria de los hinchas Cobresalinos y que engalanan una historia corta pero exitosa, dejando siempre y en cada ocasión toda la Fuerza y el Temple Minero.
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