La industria de la cereza ha posicionado al país como el primer exportador del hemisferio sur. Esta condición representa un desafío para los exportadores por la lejanía de los mercados que, en ocasiones, provoca que la carga se ablande o deshidrate. La empresa Zeaplast busca una solución a esta dificultad.
Los embarques de cereza pueden demorar entre 15 y 45 días en llegar a sus destinos. Lo anterior provoca el deterioro de la fruta en el trayecto. Una forma de evitarlo es mantener un estricto control de la temperatura y utilizar materiales de embalaje que ayuden a mantener su calidad durante el almacenamiento y distribución. Macarena Vera, directora ejecutiva de Corfo Biobío, explica que este proyecto busca que la industria utilice materiales que ayuden en el proceso. “Es una propuesta innovadora que, sin duda, aportará a un mejor manejo de la fruta”, dijo la directora.
Entre los embalajes utilizados en la exportación de cereza se encuentran las bolsas de atmósfera modificada (AM), las que reducen los niveles de O2 e incrementan el CO2 atmosférico al interior del envase lo que disminuye la respiración de los frutos, ralentizando los procesos de maduración y senescencia de los mismos con el propósito de incrementar su vida útil. Sin embargo, al igual que otros embalajes, las bolsas de AM se elaboran con plásticos derivados del petróleo que se convierten en residuos contaminantes que impactan negativamente en el medioambiente.
Por ello en ciertos mercados, los residuos de envases y embalajes plásticos de alimentos son regulados mediante impuestos para su descarte. Esta situación ha llevado al sector frutícola por demanda de los clientes externos a plantear la necesidad de emplear envases sustentables como los biodegradables compostables con propiedad de atmósfera modificada. A la fecha el proyecto en su primer año de ejecución ha desarrollado a nivel de laboratorio una formulación termoplástica en base al biopolímero ácido poliláctico (PLA, por sus siglas en inglés).
Este material derivado del maíz es el principal consituyente de las bolsas de atmósfera modificada compostables en las que trabaja Zeaplast. “Alcanzada la formulación idónea, se busca escalar su producción a nivel piloto y así tener los suficientes kilogramos de material para producir a nivel industrial los prototipos de bolsas para proyectar en este segundo año de ejecución la implementación de una serie de ensayos en condiciones simuladas para validar el rendimiento de las bolsas como material de embalaje de cereza a granel” afirma Juan Carlos Carrasco, representante de la empresa.
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