Cuando en un control aleatorio encontramos a un conductor manejando en estado de ebriedad nos ponemos en alerta y todos nos damos permiso para opinar y nuestro escrutinio es más lapidario si se trata de un personaje de la televisión porque a nuestros ojos, como comunicador pierde toda su credibilidad.
Dentro de las opiniones escuchamos que es un adulto y que no necesita se le ande cuidando. Craso error, porque un cerebro con alcohol no es juicioso, no importa la edad que tengamos ¿Acaso no han escuchado a ese porfiado que dice, “no, yo con alcohol manejo mejor”?
Hay muchas voces enjuiciando a esta persona, pero a nadie diciendo, “Me di cuenta que en el estreno estaba bebiendo demasiado, ofrecí llevarla a su casa o buscarle un medio de transporte y lo rechazó”. No hubo una conducta preventiva de parte del grupo lo que demuestra que la amistad dura lo mismo que dura el trago. No comparto esa opinión de que es un adulto que sabe lo que hace, el comportamiento de adulto se observa mientras se está sobrio y como generalmente se bebe en grupo, también es obligación de cada uno cuidar por el otro. “¿Somos amigos o no somos amigos?”
Cuando me pregunto si sólo el alcohol nos inhabilita para conducir, es porque la ley de tránsito sólo exige licencia de conducir, en que a veces el titular no conoce las leyes del tránsito porque el documento se lo vendieron, o bien las conoce y se las hecha al bolsillo porque cree que la licencia lo hace también propietario de las calles, no beber si va a conducir y que el vehículo goce de buena salud acreditada por la revisión técnica anual. ¿Y qué pasa con la salud física y mental habitual del conductor?
En Chile tenemos muchísimos conductores, que se desempeñan manejando maquinaria pesada, buses de pasajeros o transportando carga peligrosa, que son diabéticos, hipertensos o tienen alguna enfermedad mental que están sin tratamiento porque no van a sus controles para “no perder una vuelta”, y los encontramos circulando libremente por nuestras carreteras, en que si sufren una descompensación súbita pueden provocar un accidente de desconocidas dimensiones.
Lo otro que poco o nada se controla, son a esos hijitos de papá que andan manejando vehículos que parecen arbolitos de pascua con luces multicolores por todos lados que encandilan a conductores y peatones y otros tantos que modifican los tubos de escape, produciendo ruidos ensordecedores día y noche y que al parecer son el pase que les permite usar calles y carreteras como pistas de carrera poniendo en riesgo a todos los demás. ¿A estos personajes quién les aprueba la revisión técnica?
“COMO NO SOMOS CAPACES DE CUMPLIR LA LEY, SE DEBE CONTROLAR MUCHO MÁS Y NO SOLO EL CONSUMO DE ALCOHOL”
*** SIN COMENTARIOS INGRESADOS***